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Bruno Lüdke: "El bruto"

Bruno Lüdke - El bruto

Bruno Lüdke nació el 03 de abril de 1908 en Köpenick un pueblo cerca de Berlín. Era el cuarto hijo de de Otto y Emma Lüdke en total fueron seis hermanos. Bruno Lüdke recibió un traumatismo craneal que limitó sus facultades mentales siendo un niño.

Bruno ingresó a la escuela pública de Köpenick en 1914, cinco años después los profesores de Lüdke se percataron de las dificultades de aprendizaje que Bruno presentaba, razón por la que fue enviado a una escuela para jóvenes con problemas de aprendizaje. Sin embargo en 1922 el adolescente se retiró de clases para trabajar en la lavandería de su familia. Tras el fallecimiento de su padre a causa de un cáncer a la garganta en 1937, Bruno se vio obligado a encargarse del trabajo pesado del negocio familiar. Es a partir de 1938 que el joven Lüdke comienza a tener problemas con la policía local, varias personas se quejaron del maltrato de Bruno hacia el caballo que jalaba la carreta de la lavandería. Al parecer Lüdke azotaba al animal con mucha fuerza.


Antes de proseguir con la detención de Lüdke, la policía lo sometió a varios exámenes médicos para ver si aun podía manejar su carreta. Aunque Bruno era un fumador empedernido los resultados de las pruebas demostraron que era saludable físicamente, pero su capacidad mental era limitada. Carecía de una correcta habilidad para ubicarse en el espacio y tiempo, tampoco era capaz de calcular, escribir o hacer simples ejercicios mentales, pero si podía manejar su carreta sin riesgo alguno.

Por su buena naturaleza y poca inteligencia Bruno era conocido como “el tonto bueno”, los niños del pueblo solían molestarlo por lo que el gigante les tenía miedo. En enero de 1939 la ley de “prevención y posteridad sobre enfermos mentales” obligaba a Lüdke ser esterilizado, evento que se llevo a cabo el 22 de mayo de 1940 en un hospital de Berlín.

La policía local de Köpenick tenía un archivo de los atracos de Lüdke, que en la mayoría eran simples robos y venta de madera, crímenes que realizaba con la misma carreta que trabajaba. Motivos como estos hacían que Bruno pasara semanas o meses en la prisión de la comisaria, sin embargo la policía no consideraba a Lüdke como un criminal o amenaza, era visto como alguien enfermo cuyos actos se debían a su limitada inteligencia. Un incidente similar sucedió el 16 de febrero de 1940, cuando Bruno al café Fuchs en Köpenick y trato de vender un pato muerto a un visitante, pronto un oficial de policía que no era de la zona, arrestó a Lüdke y confiscó el pato. En la estación de policía descubrieron que Bruno robó el animal a un granjero, por este crimen el gigante pasó 5 semanas encerrado pero no fue juzgado debido a la clausula 51, ley que protegía a los enfermos mentales.



Pesadilla en Köpenick

El viernes 29 de enero de 1943, unos niños que jugaban al escondite encontraron el cadáver de Frieda Rössener, una viuda de 59 años que había sido estrangulada y violada posteriormente, su cartera también fue robada. Pronto la policía local de Köpenick envió un reporte a Berlín y se formó un grupo de tres detectives para encargarse del homicidio. El trió estaba comprendido por el criminólogo Heinz Franz y los investigadores Jachode y Mahnke quienes el mismo día llegaron a la escena del crimen y tras hacer preguntas a los locales descubrieron que un hombre con retraso mental y ropas de obrero merodeaba por el lugar con frecuencia. Los oficiales de Berlín pronto comprendieron que se trataba de Bruno Lüdke, el gigante bonachón del pueblo a quien la gente apodaba tonto o bruto. El detective Franz arrestó a Bruno cuando se dio cuenta que tenía manchas de sangre en su ropa, al preguntarle sobre esto, el gigante dijo que era de una gallina. El investigador recordó que en la escena del crimen había plumas de dicho animal y pronto arrestó a Bruno el 18 de marzo de 1943.


Después de ser detenido solo Franz interrogó a Lüdke, al poco tiempo se dio cuenta que las respuestas de Lüdke servirían para que el criminólogo pueda continuar con la investigación a su manera. En el interrogatorio declaró:

-Yo había agarrado el pollo, lo reconozco. La vieja estaba sentada en el tronco de un árbol y yo me acerqué.

-¿Y tú que le dijiste? -preguntó el comisario.

-Pues, eso, que si quería… pero ella dijo que no.

-¿Y tú qué hiciste? -La agarré por el cuello.

En la medida que la investigación progresaba, Franz descubrió que si se acercaba a Bruno de una manera amable, el gigante le daría toda la información que sus preguntas revelen. Pronto las investigaciones de Franz descubrieron que Lüdke era el responsable de estrangular y violar a 51 mujeres en un periodo de quince años. Durante el largo periodo que le interrogaron aparecieron los nombres de algunas víctimas como Käthe Mundt, Bertha Schulz y la familia Umann. Esta nueva información sorprendió a Franz debido a que ninguno de los lugareños señalaba a Bruno como el asesino y no había reportes de algunas de las muertes. De inmediato el criminólogo investigó los casos de estas víctimas.

La verdad de estos crímenes cambió cuando se leyeron los registros policiales de Berlín en los que se descubrió que Heinz Franz ya sabía de los asesinatos de Mundt, Schulz y los Umann. Bruno posiblemente solamente “confesaba” lo que el detective quería escuchar y cuando se mencionaba otra víctima Lüdke “recordaba” haberla asesinado también, como sucedió en el interrogatorio de la familia Umann, donde Bruno no dijo nada sobre la señora Gutermann quien había sido asesinada dos días antes que Lüdke matase a todos los Umann. Meses más tarde cuando Franz le preguntaba al asesino sobre la señora Gutermann, el gigante “recordó” haberla matado, sin embargo no podía dar información correcta de donde lo había hecho.

En ocasiones Lüdke afirmaba haber matado en Munich, Hamburgo y Berlín, pero cuando era llevado a los estados donde había asesinado, era obvio que el hombre no sabía dónde estaba.

El subterfugio de Franz y Lüdke

Bruno Lüdke era una persona con inteligencia limitada, pero no era el tonto que todos creían. Al parecer en el transcurso de las preguntas se formó un vínculo entre los dos hombres. Mientras el asesino estaba contento por ser el centro de atención, todos querían hacerle preguntas y tomarle fotos, además tenía el apoyo de su “amigo” el detective Heinz Franz, la persona que se aseguraba que Lüdke coma tres veces al día y no le falten cigarrillos. Franz en cambio era un hombre ambicioso que veía a Bruno como el medio para crecer en su carrera policiaca, arreglando las confesiones de Bruno y hacer entender en su reporte que “el tonto gigante” era el asesino de varios crímenes sin resolver.



Lüdke teniendo todo a su favor se sentía protegido por la clausula 51, ley que decía que una persona con deficiencias mentales no era responsable de sus actos y por esto no podía ser enjuiciado. Pronto se volvió claro que Lüdke no le dijo a Franz sobre los asesinatos, fue el mismo detective que le dijo sobre las víctimas y como fueron ejecutadas. En el reporte final de los homicidios el detective Franz hizo que las confesiones de Bruno concuerden con el resto de asesinatos de Alemania y así “resolverlos”.

Un asesino forjado

Cuando el informe de los asesinatos cometidos por Lüdke llego al escritorio de Himmler el director de la S.S. en ese entonces, ordenó investigar profundamente el caso porque era imposible que una persona pueda cometer tales atrocidades durante el mandato del Tercer Reich. Además de esto la población alemana despertaría ante un régimen que se preparó para la guerra y no para gobernar.

No le tomó mucho a Himmler darse cuenta que “el tonto gigante” estaba respondiendo por crímenes que era posible que nio hubiera cometido. Finalmente para apaciguar a la prensa y a las otras agencias policiacas llevaron a Bruno de “paseo” y visitaron varias escenas donde el gigante señalaba y decía donde había asesinado a la víctima, también reveló información que sólo la policía sabía, nunca había sido publicada por la prensa y que le relacionaba con los asesinatos.



En una de las reconstrucciones de los hechos y, mientras era trasladado en automóvil por el crimen que había cometido, se adentraron en el bosque de Köpenich cuando, de pronto, Bruno dijo: "los señores se han pasado de sitio". El conductor dio marcha atrás, los oficiales le quitaron las esposas a Bruno y le pidieron que indicara el lugar donde habían ocurrido los hechos. Sin dudarlo un instante, "El Bruto" caminó entre los árboles y señaló un lugar. Después, dijo: "Aquí la encontré, aquí la golpeé, aquí la estrangulé, aquí la violé".

Bruno Lüdke no pudo ser enjuiciado por estrangular y violar a sus víctimas sin embargo fue usado como conejillo de indias en varias instituciones mentales y hospitales. Como castigo fue castrado y ejecutado por inyección letal en una prisión policial de Viena. La ejecución fue mantenida en secreto de las autoridades nazi para evitar el escrutinio jurídico de abogados y que así no descubran la verdad, que las confesiones de Lüdke eran falsas.

Hasta el día de hoy se le atribuyen más de 50 víctimas a Bruno Lüdke y no se sabe con veracidad si él fue el responsable de estos crímenes o simplemente un "pobre tonto" manipulado para calmar a las masas.

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