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Marco Iván Soto Vidal: "El Chelo Satán"

Marco Iván Soto Vidal
Marco Iván Soto Vidal nació en Villahermosa, Tabasco (México) en 1993. Hijo de Jesús Sergio Soto Álvarez y Selene Vidal Vidal, desde muy joven fue un niño problema. Acostumbraba robarle a su familia joyas o dinero.

Comenzó a fumar desde pequeño y años después bebía en exceso e incluso llegó a consumir marihuana, ácido y cocaína. Egresó de la Escuela Técnica el 1 en agosto 2008 con un promedio de 6.8.

Ingresó a la Universidad del Valle de México en septiembre de 2008, pero fue expulsado debido a sus problemas de adicción a las drogas. De allí entró al Colegio de Bachilleres en septiembre de 2009.


Marco Iván Soto Vidal
Aunque muy tímido con las chicas, tenía frecuentes fantasías sexuales con amigas suyas.
Pero su timidez le impedía acercarse a ellas.

Era un joven blanco, obeso y lleno de acné, sumamente acomplejado. Para tratar de elevar su autoestima, se presumía malvado; le apodaban “El Chelo Satán”. Sin embargo, sus amigos siempre lo tildaron de cobarde.

Marco Iván Soto Vidal
Ni siquiera se enfrascaba en una pelea con quien lo insultara ante el temor de salir lastimado. También le tenía pavor a su padre, quien lo regañaba frecuentemente por su bajo aprovechamiento escolar.
 
Marco Iván estaba obsesionado con la ropa de marca y los automóviles. Vivía en la Privada Tucanes nº 31.

El hombre que se convertiría en una de las víctimas de Marco Iván era José Francisco Fuentes Esperón. Nació en Villahermosa, Tabasco, en 1965. Egresó del Instituto Tecnológico (TEC) de Monterrey.


 En las Fotos: José Francisco Fuentes Esperón
Lilián Argüelles Beltrán

Fuentes Esperón fue el primer Rector de la Universidad Tecnológica de Tabasco, cargo que dejó en 2008. También ocupó un cargo administrativo en Televisión Tabasqueña.

Se casó con Lilián Argüelles Beltrán, una hermosa mujer cinco años menor, nacida en el estado de Veracruz e hija de una familia de petroleros.

Su matrimonio duró quince años hasta el momento de su muerte.

Se llevaban bien, convivían en armonía y realizaban juntos diversos planes y proyectos. Con ella procreó dos hijos: José Francisco y Fernando. La sociedad los consideraba una de las parejas con más encanto del medio político de Villahermosa.
La familia
Fuentes Esperón quería ser presidente municipal de Villahermosa. Pero su partido le pidió tomarlo con calma e incursionar primero en el Congreso estatal, donde su triunfo estaba más que asegurado.

En 2009, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo postuló a la Diputación Local.


Dada su popularidad, ya era considerado uno de los más fuertes aspirantes para contender por la gubernatura de Tabasco en 2012. Además, nunca se había relacionado a Fuentes Esperón con algún hecho de violencia, por lo que su reputación era intachable.


Su esposa acostumbraba lavar su propia camioneta, una Hummer.

No lo sabía, pero en esos momentos alguien la espiaba. El adolescente Marco Iván Soto Vidal la había visto en un evento público transmitido por televisión y se había obsesionado con ella.

Cuando se dio cuenta de que vivían muy cerca, prácticamente en la misma privada, se acostumbró a espiarla constantemente.

El joven desarrolló una fijación sexual con aquella mujer de treinta y ocho años.

Recortaba las fotografías donde ella aparecía, casi siempre de la mano de su esposo. Se hizo amigo de la familia y acudía con frecuencia a la casa del matrimonio. A la sirvienta le hizo comentarios en varias ocasiones acerca de su atracción por Lilián.


La confianza que le dieron causó que se enterara de que la puerta trasera siempre se quedaba abierta; en algunas ocasiones, se introdujo en la casa cuando el matrimonio no estaba para robarles dinero.

Marco Iván decidió que aquella mujer tenía que ser suya. Planeó un ataque a la casa del candidato para robarle y violar a su esposa. Tres amigos decidieron apoyarlo.

El primero era Ricardo Hernández Rodríguez, tenía dieciocho años y estudiaba el cuarto semestre de bachillerato.

Vivía en el Fraccionamiento Pomoca Nacajuca. Trabajaba como vigilante en la Privada Tucanes, donde vivía el candidato con su familia; era él quien controlaba el acceso al lugar.

Fotos: Izquierda Ricardo Hernández Rodríguez Derecha: Julio César Moreno García

El segundo, Julio César Moreno García, egresó de la Escuela Técnica nº 47, ubicada en La Manga. El tercero se llamaba Javier y también era estudiante de bachillerato.

El 4 de septiembre de 2009, José Francisco Fuentes Esperón participó en el evento de apertura de campaña del PRI, en la Nave tres del Parque Tabasco.

No lo sabía, pero se trataba de su última aparición pública. Se tomó fotografías, recibió su registro, dio declaraciones a los medios.

Ultima Fotografia Antes de su asesinato
Esa noche regresó a su casa para celebrar con su hermosa esposa y sus dos pequeños hijos. Al otro día tenía una agenda muy apretada.

Mientras tanto, el cuarteto de asesinos dio rienda suelta a su plan. Marco Iván y Ricardo acudieron a un Wal-Mart cercano, frente a Plaza Crystal, en el cual compraron pasamontañas, pants, camisetas, cinta adhesiva industrial color gris y una caja de condones.

El ticket de la compra daba un monto total de $1,042.00 pesos y registraba las 23:02 como la hora de adquisición.

Los cómplices de Marco Iván Soto Vidal: Ricardo Hernández Rodríguez y Julio César Moreno García

A las 00:30 horas del sábado 5 de septiembre, sus otros dos cómplices se les unieron.

Todos se cambiaron de ropa en la Caseta de Vigilancia. Después los jóvenes entraron a la residencia. Primero brincaron una barda, luego buscaron la puerta trasera, la cual sabían que solía permanecer abierta.

Una vez adentro caminaron primero hacia la recámara de los niños, donde solamente se encontraba José Francisco. Con la cinta amarraron de pies y manos al chico de trece años, a quien también le taparon ojos, boca y nariz para que se asfixiara.

Tomaron además una almohada de la cama del niño.

Una vez que sometieron al hijo mayor del político, enfilaron hacia la recámara principal de la casa.

Marco Iván estaba muy excitado. Apenas entraron, el matrimonio los miró con la sorpresa en el rostro.

De inmediato, Ricardo Hernández sacó el revólver calibre .38 especial que utilizaba en su trabajo de vigilante, puso la almohada cubriendo el arma para que no se escuchara la detonación, y le disparó a bocajarro al candidato.

Fuentes Esperón quedó herido en el brazo derecho. Los otros tres lo amarraron con cinta de los tobillos y las manos. Una vez que estuvo sometido, le dispararon dos veces más: una en el cuello y otra en medio de la frente.

Luego tomaron a Fernando, su hijo de diez años de edad, quien estudiaba en el Colegio Americano. También le pusieron cinta en boca, nariz y ojos. Al igual que su hermano mayor, murió asfixiado.

Sólo quedaba viva Lilián, la esposa de Fuentes Esperón. Estaba semidesnuda.

Los cuatro jóvenes la sometieron con facilidad; la amarraron de las manos, le pusieron cinta en los ojos y le arrancaron la ropa. Había reconocido a sus atacantes y le dijo al vigilante: “¡Ricardo, no hagas esto, tú no eres malo, no tienes por qué hacer esto!” Él no le contestó.

Le taparon la boca con cinta gris, trataron de estrangularla con un cordón y finalmente le dispararon dos veces por la espalda, destrozándole el pulmón izquierdo.

Luego, Marco Iván comenzó a violarla mientras los otros observaban. Cuando terminó, esbozando una
amplia sonrisa, le indicó a Ricardo que era su turno.

Este trató de penetrarla, pero no consiguió tener una erección. El cuerpo de la agonizante Lilián estaba lleno de sangre que seguía manando de las heridas. Ricardo sintió náuseas, corrió al baño y vomitó.

Cuando regresó, Lilián se convulsionaba. Murió poco después.

Antes de abandonar la casa, los jóvenes saquearon los cuartos y se llevaron dinero en efectivo.

En la camioneta Hummer de la familia subieron también joyas, teléfonos celulares, videojuegos y una computadora. Después salieron a bordo del vehículo del exclusivo fraccionamiento.


Fuentes Esperón no llegó a los eventos que tenía programados por la mañana.

A medida que se acumulaban y que no respondía ni en su celular, ni en el teléfono de su casa, su jefe de campaña comenzó a preocuparse. Se dirigió a la casa del candidato, pero nadie le abrió.

Se comunicó entonces con su familia.

Mientras tanto, Marco Iván condujo el vehículo hasta la populosa Colonia Gaviotas.

Siempre había deseado tener una Hummer y era su momento de gloria. Tras estacionarse y discutir, decidieron moverse a punto del amanecer a los alrededores del parque La Pólvora.

Permanecieron allí varias horas. A las 12:00 horas, los familiares del candidato forzaron la puerta de la casa y entraron. Descubrieron entonces los cuerpos destrozados de la familia. De inmediato, un despliegue policial rodeó la zona.







 Fotos de la Investigacion


No tardaron en llegar los militares; se sospechaba de un crimen vinculado con el narcotráfico.

En otra parte de la ciudad, los asesinos abandonaron la Hummer, pidieron un taxi y regresaron a la privada de Los Tucanes sin toparse con los policías ministeriales que llegaban a la escena del crimen.



Ese mismo día, Ricardo regresó a su puesto de trabajo como vigilante; allí estuvo presente mientras los peritos recogían pruebas en la escena del crimen e inclusive apareció en fotografías, auxiliando a los agentes.

Para las 13:30 horas, los agentes trasladaron los cadáveres al Centro Médico Forense.
El luto

Ese mismo día, los demás partidos, entre ellos el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Acción Nacional (PAN) dieron una condolencia pública y anunciaron la suspensión de sus campañas políticas.

El PRI también suspendió sus campañas de forma indefinida.

A las 19:00 horas, familiares y amigos comenzaron a reunirse en el Recinto Memorial. Pero los cadáveres no llegaron. Aún les estaban haciendo pruebas; entre ellas, las que mostraron la brutal violación cometida contra Lilián.




El 6 de septiembre a las 06:00 horas llegaron los cuerpos a la funeraria. Cremaron primero a los niños y después a sus padres. El Gobernador de Tabasco, Andrés Granier Melo, estuvo presente para participar en los servicios funerarios.

A las 16:00 horas hubo una misa en memoria del candidato a diputado y su familia. La ceremonia fue muy emotiva. Se colocó un enorme retrato de los cuatro, vestidos de negro, encima de su sepulcro.

La tumba de la familia

Dos días después de los asesinatos, los peritos lograron identificar las huellas dactilares encontradas en la casa del candidato asesinado.

La ruta para llegar a los asesinos comenzó cuando los investigadores revisaron las grabaciones hechas por las cámaras de vigilancia de un templo mormón ubicado en la Avenida 27 de Febrero, en las cuales aparecía el joven saliendo por la parte trasera de la casa.



El arresto de Marco Iván Soto Vidal

Tras mostrarle las imágenes a la sirvienta de la familia Fuentes Esperón, ésta identificó de inmediato a aquel joven como Marco Iván Soto Vidal.

Aseguró que era un vecino de la colonia que acudía en ocasiones a la casa del político tabasqueño.



Otros empleados de la familia informaron que Marco Iván era asiduo visitante a la vivienda de los Fuentes Argüelles y estaba obsesionado con la esposa del candidato.

La Procuraduría General de Justicia de Tabasco lo detuvo junto con sus cómplices, acusados del crimen.
Los titulares (click en las imágenes para ampliar)


En un gesto de solidaridad, todos los abogados tabasqueños se negaron a defender al multihomicida.

Sus padres tuvieron que contratar un despacho jurídico de la Ciudad de México para que se hiciera cargo de la defensa de su hijo.

Bajo un fuerte dispositivo de seguridad y en medio de mucha reserva por parte de las autoridades policíacas, Marco Iván Soto Vidal, el asesino de dieciséis años de edad, fue trasladado a los juzgados del Centro

Especializado para Adolescentes para que rindiera su declaración preparatoria.
El abogado defensor Edgar Garza Baños

Marco Iván Soto Vidal, “El Chelo Satán”, ingresó al edificio acompañado de sus padres y su abogado, Edgar Garza Baños, para ser presentando ante el juez especial y preparar la diligencia.

Cabe destacar que, dado que se trata de un menor de edad, la máxima sentencia que podría obtener sería de ocho años de prisión. La confesión de su cómplice, Ricardo Hernández Rodríguez, terminó de hundir a uno de los asesinos más jóvenes de la historia de México.


2 comentarios:

  1. debido a este tipo de sucesos se deberian de reformar las leyes para menores infractores, poner a peritos especializados para ver el caso y al menor, hacer saber que el menor esta consiente de lo que hizo y no tratar de corregirlo sino castigarlo

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  2. de tando que lo mencionaron en su momento el tipo este lo volvieron famoso ayi esta lo malo dejenlo de mencionar que fue a seres humanos que les agarranco la vida pero haya dio el justo juez divino que se encarga de castigarlo este tipo es un psicopata en potencia otro charles manson pero en fin dios dira

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