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MEDICINA LEGAL: LOS CRIMINALES Y EL CRIMEN

MEDICINA LEGAL: LOS CRIMINALES Y EL CRIMEN (Articulo de Dr. Reverte Coma)

La circunstancia de que en los últimos años han aparecido en España 4 casos de peligrosos criminales en serie, en la investigación de dos de los cuales he tenido una participación directa e incluso decisiva, me permite adentrarme un poco en este hecho que cada vez parece aumentar en número e intensidad en otros países de nuestro Occidente tan insistentemente llamado "civilizado".

La oportunidad de haber realizado unos cursos de especialización superior en Antropología Forense y más tarde en Paleopatología en la Smithsonian Institution del National Museum of Natural History de Washington me permitió asistir a una serie de interesantes conferencias que a manera de Curso complementario en Criminalística recibimos los becarios de la Smithsonian en la sede del FBI en Washington. Estas conferencias sobre armamento, huellas dactilares, sistemas clasificatorios, confección de retratos-robot, Toxicología, Química forense, estudios del pelo, grupos sanguíneos, ADN y otros en muestras biológicas, venenos minerales y biológicos, espectrofotometría y otras disciplinas dentro de la Medicina Legal y Criminalística fueron acompañados y dirigidos por Jefes de sección y especialistas de la Academia de Quantico del FBI. Allí tuve la oportunidad de conocer y oir a expertos en hipnosis, videntes, escultores capaces de construir modelos que muestren cuál podía ser el aspecto de un sospechoso después de 10 ó 20 años, Psicolingüistas, especialistas en grabaciones y sonidos y hasta en juegos prohibidos e investigación de falsificaciones.

Durante aquel interesante curso tuve la oportunidad de conocer los nuevos sistemas ensayados por el FBI como el Proyecto de Investigación de la personalidad criminal patrocinado por el Departamento de Justicia, proyecto en el que intervinieron además de especialistas de la Unidad de Ciencias del comportamiento (BSU y VICAP), algunos famosos psiquiatras forenses de los USA como los Drs. Katie Bush y James J. Cavanaugh del Isaac Roy Center de Chicago.

La base de estas investigaciones radicaba en el hecho de que "nadie se convierte en asesino maligno y destructor de pronto, nadie pasa de la normalidad perfecta al crimen".

Si se estudian a fondo estos casos se podrá comprobar que existió siempre una conducta precursora del asesinato que había estado incubándose desde la más temprana edad.
Un asesino no procede necesariamente de un hogar roto o ambiente de pobreza, pero sí de hogares disfuncionales.

Es un hecho demostrado que todas aquellas impresiones recibidas por el niño hasta los 7 años de edad y que luego el consciente olvida, dejan una profunda huella en su subconsciente, moldeando de una u otra forma su personalidad en desarrollo. Y estas impresiones marcarán en forma indeleble para toda su vida sus reacciones ante el mundo en el que ha de vivir.

En estos hogares disfuncionales, en un 50 % existían antecedentes de enfermedades mentales en la familia, más de un 40 % tenían padres implicados en actividades criminales. En el 70 % había historia familiar de abuso de alcohol o consumo de drogas. Todos los asesinos habían sufrido con mayor o menor intensidad malos tratos (físicos, verbales, emocionales) en su infancia y desatención especialmente por parte de la madre. Y todos evolucionaron hacia lo que los psiquiatras llaman adultos sexualmente disfuncionales, es decir, fueron incapaces de mantener una relación estable con otro adulto.

Salvo algunas excepciones, eran inteligentes con I.Q. generalmente de 90 ó más, incluso algunos de los estudiados en la encuesta llevada a cabo en las prisiones norteamericanas por el FBI, llegaban a 120.

Pero les faltó algo que es más importante que los medios materiales: el amor. Las relaciones con la madre fueron distantes, frías, faltas de cuidados. Si a esto se añaden malos tratos físicos, auténticas sevicias por parte de un padre violento, agresivo, carente de sensibilidad, alcohólico, distante, incluso sádico, de los que consideran que todo se arregla a correazos o a bofetadas, o lo que es aún peor, con menosprecio, comprenderemos que las ideas sobre el bien y el mal han surgido pervertidas, distorsionadas y que la idea de respetar a los demás y a sus derechos no existe desde los momentos en que con más solidez debió ser inculcada.Ese niño se transformará en un ser insociable, resentido, frustrado.

El Dr. Francisco Alonso Fernández en su obra "Psicología del terrorismo" (p. 56-58) expone lo que son las distintas clases de agresividad: reactiva, expresiva y espontánea. "En el mundo psicológico, dice, hay un tipo especial de experiencias que se distinguen por activar frecuentemente los comportamientos agresivos: son las frustraciones. DOLLARD (1979) de la Universidad de Yale, señala que "en el germen de todo acto agresivo hay una frustración". Sin embargo, como acertadamente, señala ALONSO, no toda frustración conduce necesariamente a la agresión. Y por otra parte, el comportamiento agresivo se manifiesta sin ser el resultado de una frustración.

Además, frustraciones mínimas pueden producir graves comportamientos agresivos. Y hay personas a las que las frustraciones les sirven de estímulo para realizarse en la vida y vencer las dificultades. ALONSO considera la existencia de un coeficiente de agresividad que depende de la educación recibida. Es indudable que la educación hará dominar y sublimar las frustraciones. Como educador he podido observar que en la vida no hay nada que enseñe tanto como las frustraciones.

Desarrollará odio hacia sus progenitores que hará extensivo a la sociedad en la que ve reflejada la imagen paterna que se ha formado. Se creará un ser egocéntrico que se replegará sobre sí mismo y desarrollará un mundo de fantasías en las que realizará sus venganzas personales, fantasías que irán creciendo a medida que avancen los años, hasta que llegue el momento de que decida ponerlas en práctica.

Todos los asesinos entrevistados durante el Proyecto sobre la personalidad criminal, tenían en común que en su infancia fueron maltratados (palizas, abusos sexuales, etc.). Crecieron solos y aislados.

No todos los que crecen en hogares como éstos, acabaron siendo asesinos o antisociales violentos. Otras personas de la familia pueden compensar el desamor de los padres, pueden suplir el cariño que faltó en su infancia. Por otra parte, los problemas del hogar pueden ser multiplicados por el perimundo en que vive el niño o adolescente.

También se ha visto que algunos asesinos en serie padecían alguna lesión cerebral. En un caso citado por SWEET y col. (1969) padecía un glioblastoma multiforme en el lóbulo temporal medio del cerebro.

Traumatismos craneales, lesiones penetrantes en el cerebro cicatrizadas, especialmente del lóbulo frontal, alteraciones neurofisiológicas y neuropsicológicas se han citado como origen de violencia o reacciones violentas así como ciertas formas de epilepsía que algunos autores descartan como causa.

También puede haber hipoglucemia en ciertos casos de ataques violentos (SCARLETT y col. 1977).

En tiempos recientes se atribuyó a trastornos genéticos el origen de la violencia asesina. Pero no hay experiencias concluyentes, aunque violentos asesinos han presentado el patrón genético XYY ( al Y se le ha llamado el cromosoma del crimen). Manuel Delgado Villegas "El Arropiero", autor de 48 asesinatos con violaciones, fué el primer asesino en serie español en el que se determinó la existencia del cromosoma XYY.

El grupo de asesinos estudiados en el "Proyecto de Investigación de la personalidad Criminal" en USA eran todos disfuncionales, fuesen hetero u homosexuales. Su relación sexual no era nunca satisfactoria. Presentaban siempre inclinación a la tortura, la dominación y el sadismo o sadomasoquismo. Al comprender que no eran capaces de tener relaciones sexuales normales, se producía en ellos un resentimiento seguido de comportamiento agresivo.

Brittain (1970) describió el "Síndrome del asesino sádico". Su vida de fantasías es rica en violencias, atrocidades y crueldad. Tienen fuerte reacción ambivalente hacia la madre, un padre autoritario que castiga duramente y muchas veces injustamente. Son crueles con los animales. Los crímenes son planificados desde muy temprana edad en sus fantasías. El deseo de tener poder sobre otros es parte esencial de su anormalidad. Pueden ser impotentes, pero suplen su debilidad sexual con un falo substituto (barra de hierro, pieza de madera, palo de una escoba o lo que encuentren a mano) que implantan con fuerza destructiva en vagina o recto.

Son crímenes siempre de fondo sexual, necrófilos. Denis Nilsen convertiría la vida en muerte, en la total destrucción de sus víctimas. Narcisismo, obsesionalidad y esquizofrenia.

La crueldad con los animales es un rasgo común a todos estos asesinos, tienen fantasías diurnas, poluciones nocturnas, hacen novillos en la escuela, emplean la violencia contra sus profesores y muchos disfrutan incendiando y destruyendo la propiedad ajena. Suelen tener un grado elevado de inteligencia (IQ = 90-120), pero no tienen constancia en el estudio y su rendimiento suele ser deficiente. Cuando empiezan a trabajar, no duran mucho en ningún sitio. Siempre tienen problemas con los compañeros o con los jefes.

Uno de los asesinos en serie estudiados confesó: "Mucho antes de empezar a matar, supe que iba a ser un asesino. Mis fantasías eran demasiado fuertes, eran demasiado elaboradas...Al llegar a un cierto nivel de fantasía comprendí que tenía que pasar a los hechos, a realizarlas en la realidad, aunque nunca la realidad fué como la fantasía. Era algo irresistible".

Las fantasías se convertían en ritual homicida. Si el asesino en su infancia arrancaba la cabeza de las muñecas de sus hermanas, cuando llega a adulto y comienza a matar, decapitará a sus víctimas.

Analizando a estos criminales a los que se llamó asesinos en serie (serial killers), por medio de computadoras, se hallaron rasgos comunes que permitían trazar un perfil psicológico medio con el cual predecir cómo, dónde y cuándo iba a volver a golpear el asesino determinando así de quién podía tratarse.

El criminal en serie no asesina por motivos económicos,. El asesino en serie tiene un fondo de perversión sexual, busca una satisfacción emocional, una especie de venganza. Sin embargo, no queda nunca satisfecho o quizás por poco tiempo y por eso tiene que seguir matando.

En cada caso nuevo, van "perfeccionando" su técnica de matar..

Todas aquellas experiencias acumuladas durante la instrucción recibida en Estados Unidos, me permitieron comenzar a ensayar el método inductivo-deductivo revisando cada crimen en cuya investigación se pedía mi intervención como perito. Y así fuí trazando una serie de perfiles psicológicos, que en casos de un sólo crimen fueron bastante sencillos o a veces más complicados como el Caso del crimen del Cementerio de Fuencarral, donde tuve la ocasión de colaborar con el inspector Calle, que entonces comenzaba como Jefe de la Sección recién creada de Homicidios.

Fué tan eficaz la colaboración que en una semana la policía detuvo a los dos culpables resolviendo el caso a partir de la identificación de los restos descuartizados y quemados de la víctima.

Más complicado y de mayor interés fué el Caso del doble (casi triple) crimen del Mesón del Lobo Feroz. Aquí sin embargo disponía de muchos más elementos que me permitieron predecir con una gran exactitud todo cuanto llevó a la solución del caso.

Para realizar este perfil, dispuse de los cuerpos de las víctimas y de fotografías del lugar y del hallazgo de los cadáveres. Y algo muy importante y que olvidan los representantes de la Justicia: personarse el Antropólogo Forense y realizar su propia inspección ocular que difiere en muchos aspectos de la inspección ocular policial, esa inspección en la que fué maestro el famoso Comisario D. Antonio Viqueira.

El perfil elaborado, proporcionó detalles que parecieron mágicos al Juez Instructor. En mi informe pericial de la Escuela de Medicina legal señalé la edad, sexo, estatura, raza, las datas de las muertes y la diferente época del año en que murieron (por medio del estudio entomológico), la descripción de las lesiones y su distribución geográfica en el cuerpo, los caracteres del arma homicida (cuchillo con su longitud, anchura de la hoja, la existencia de un sólo filo) el número de puñaladas, la precisión con que habían sido dadas (que me permitió deducir el probable entrenamiento militar del criminal), y la fuerza con que fueron dadas, así como el ensañamiento. El hecho de conservar puestas sobre el torso las ropas, incluso el sujetador que llevaban ambas mujeres en el momento de la muerte (atravesados por el arma mortal), en contraste con la desnudez del esqueleto de cintura para abajo, todos estos detalles me permitieron deducir que el asesino era fuerte, de mediana, más bien corta estatura, que estaba probablemente bajo el efecto del alcohol o de alguna droga, la posición en que se encontraba en relación a las víctimas, su estado de ánimo, el violento deseo de descargar su odio hacia la imagen materna que le atormentaba seguramente desde su infancia. Fueron incluidas en el informe otras numerosas pistas inclusive el barrio donde probablemente vivía habitualmente el asesino.


Todo ello permitió a la policía resolver el caso en diez días, detener al presunto culpable, SANTIAGO SANJOSE PARDO "El Legionario", que confesó ser el autor de estos crímenes, juzgarlo poco después y condenarlo a 75 años de prisión.

Sin embargo y dado el perfil trazado, probablemente se hallarían más cadáveres de mujeres enterrados por su propia mano si se continuaran las investigaciones.

El segundo caso de un criminal en serie en cuya investigación pude intervenir, fué el Caso del Mendigo asesino (Francisco García Escalero, conocido por "El Escalero").

Este fué otro caso de asesino en serie perfectamente predecible. Recuerdo que allá por los años 1985-89, habían aparecido varios cadáveres en diversos lugares, siempre con el cráneo fracturado y hundido y quemados, bien con gasolina o con otros materiales combustibles (periódicos, ropas, mantas). En algún caso, llamaba la atención que el cuerpo había sido decapitado y faltaba la cabeza.

"Sospecho que tenemos suelto un loco peligroso, un asesino en serie, hay varios crímenes que parecen debidos a una misma mano", comenté con varios policías y un periodista amigo, incluso hice un esbozo preliminar de perfil psicológico. Pasó el tiempo y un buen día apareció otro caso similar junto a las tapias del cementerio de la Almudena. Después de la autopsia reglamentaria la policía quiso que yo viese el cadáver y emitiera mi opinión sobre un detalle particular que no había sido señalado dado el estado de carbonización en que se encontraba. Específicamente querían saber si la víctima se afeitaba las cejas.

Examiné el cadáver cuidadosamente raspando con un bisturí la costra de sangre y piel quemada de los restos del cráneo y debajo de aquel magma... los pelos del entrecejo aparecían cortados recientemente, con unos dos mm de longitud. Todos los pequeños fragmentos tenían la misma longitud.

Además busqué en el área púbica y encontré vello pubiano, también afeitado hacía poco tiempo. Quedó confirmada la sospecha de la policía con lo que lograron la identificación del cadáver. Se trataba de un homosexual escapado del Hospital Psiquiátrico Provincial. El lugar donde fué hallado el cuerpo era una zona habitualmente frecuentada por "Chaperos" y homosexuales.

Estos y otros detalles llevaron a la detención del presunto asesino, FRANCISCO GRACIA ESCALERO, mendigo de profesión, sin domicilio fijo. Confesó no sólo aquel crimen sino 14 crímenes cometidos en los últimos años.

"El Escalero" era un enfermo mental que se dedicaba a pedir limosna en las puertas de las Iglesias. Había sido detenido por violador de tumbas, necrófilo, sorprendido varias veces durmiendo en los crematorios del mismo cementerio.


Era un alcohólico inveterado. Cuando se bebía dos litros de vino y tomaba algunas pastillas de Rohipnol, confesó que sentía una enorme fuerza interior que le obligaba a matar. También confesó que algunas de las cabezas cortadas a sus víctimas las había arrojado a un pozo así como los cuerpos de por lo menos tres de ellas. A otras las abría en canal con su navaja y las arrancaba el corazón, llegando a comer parte de uno.

Manifestó una extraordinaria memoria fotográfica para recordar detalles de sus víctimas. Esta particularidad ha sido observada en otros muchos asesinos en serie como Henry Lee Lucas o Ted Bundy.
Ha intentado varias veces suicidarse sin conseguirlo.

Se trata de un débil mental superior, diagnosticado de "genuina esquizofrenia, alcoholismo crónico secundario, posible injerto psicótico, toxicomanía a las Benzodiacepinas, perversión sexual múltiple, bisexual, necrófilo y caníbal". Tiene ceguera del ojo derecho de nacimiento.

El Proyecto para la comprensión de criminales violentos patrocinado por el Dept. de Justicia y realizado por el FBI requería entrevistar a los propios asesinos. Para ello varios agentes especializados fueron recorriendo los penales de E.E.U.U. donde se alojaban los más peligrosos asesinos tales como Charles Manson y Tex Watson, su cómplice, Sirhan Sirhan, Herbert Mullin (asesinó a 14 individuos), John Frazier (6), Edmund Kemper, William Heirens, Ted Bundy, John Gazy y así hasta un centenar de reclusos.

El enorme material recogido, parte en cintas magnéticas, parte filmado, a veces sólo notas escritas, pudo ser analizado utilizando computadoras electrónicas, y así se comenzaron a ver las pautas de comportamiento de los criminales en su infancia y adolescencia, sus tensiones previas a los crímenes y la forma de actuar durante la comisión de los mismos. Una comprensión cada vez más profunda y detallada de sus actos podría ser utilizada para prevenirlos.

Por regla general, los asesinos en serie tienen una enorme capacidad de manipulación de sus interlocutores, por eso tratar con criminales es tan peligroso como manejar la "ouija" o jugar con dinamita. Manson, por ejemplo, tiene una mirada semejante a la de las culebras: paralizante.

Podemos dividir a los criminales en serie en organizados (O) y desorganizados (D). El primer caso corresponde a una personalidad psicótica y el segundo a un desequilibrado. Una tercera categoría la constituyen los mixtos (M), que contienen elementos de los otros dos.

Los homicidas organizados (O) tienen como característica la premeditación, una gran capacidad para planear el delito. Este tipo de homicidas pueden llevar sus crímenes en la mente durante años antes de cometerlos en la realidad. Vigilan áreas determinadas donde saben que pueden encontrar el "tipo" de víctima que tienen en mente.




SANTIAGO SANJOSÉ PARDO ("El Legionario") buscaba prostitutas de 20 a 30 años a las que reclutaba en los lugares donde este tipo de mujeres se ofrecían a los clientes. Las seleccionan por edad, aspecto, ocupación, estilo de vida y hasta por la forma de peinarse. Para ello planifican y dedican tiempo a la búsqueda y localización de sus víctimas. Actúan con lógica. Tienen un "modus operandi" que permite seguir sus huellas.

Cada crimen que cometen lo perfeccionan. Utilizan el llamado "equipo de violador" (cuerdas, esparadrapo, esposas, y algún instrumento contundente para "violar" el cuerpo de la víctima, una barra de hierro por ejemplo.

El Organizado conoce mucho de Criminalística. Se ha documentado y puede estar al día en cuanto a las técnicas policiales. Lleva su propia arma, pero no la deja abandonada y procura borrar toda huella que pueda delatarle. Incluso retira la bala del cadáver o recoge el casquillo que pueda haber caído porque sabe lo que es una prueba balística. Limpia la sangre, desnuda el cadáver, lo descuartiza y dispersa y lo destruye o lo entierra en tal forma que no pueda ser encontrado. "Prepara" la escena del crimen, la "maquilla" para confundir a la policía. El Organizado se lleva algunos objetos de la víctima como "trofeo" lo que indica su fetichismo. Hace verdaderas colecciones de ellos. Muchos de estos asesinos toman fotos del lugar, de la víctima, antes y después del crimen, o de los fragmentos si la despedazan.

Todos estos crímenes tienen algo en común también. Son de naturaleza sexual aunque no haya habido violación del cuerpo.

El "modus operandi" de los D, su extraña lógica, aparece absurda a los ojos de los investigadores. Herbert Mullin pretendía que asesinaba a la gente para salvar el medio ambiente que la gente deterioraba. Los D no escogen a sus víctimas de manera lógica, no planifican el crimen. Por eso es más difícil seguir su pista. Despersonalizan a sus víctimas, no quieren saber quiénes son. Por eso desfiguran sus caras o cubren su rostro de alguna manera. Utilizan como arma el primer instrumento que encuentran a mano y que pueda servirles para matar (piedra, palo, cuchillo de la casa de la víctima y lo dejan clavado en el cadáver sin preocuparse por las huellas). No se preocupan por hacer desaparecer el cuerpo. Nunca maquillan la escena del crimen.

Comparando ambos tipos de criminales puede verse que tienen personalidades muy diferentes, a veces diametralmente opuestas. Esta será una pista de suma importancia para poder predecir cómo es y cómo actuará el criminal.

Sin embargo: "No hay dos crímenes ni dos criminales exactamente iguales". Un hecho importante es que cuando se somete a uno de estos sujetos a un examen con "suero de la verdad" o con un "polígrafo", los psicópatas superan estas pruebas porque son capaces de escindir su personalidad, porque el "yo" incontrolado consigue evitar reconocer los crímenes.

Cuando en la Escuela de Medicina Legal yo hago un estudio de restos óseos de un sujeto no identificado, lo primero que determino es el sexo, la edad, la estatura, la raza, estigmas profesionales, patología antigua, lesiones causales de la muerte, fórmula dentaria, trabajos dentales, si era zurdo o diestro, retrato-robot. etc. Así voy eliminando población y llego a poder individualizar perfectamente al sujeto, paso fundamental para la identificación policial.

La misma técnica se emplea para establecer el perfil psicológico del asesino: reducir poco a poco el universo de potenciales sospechosos, eliminar a los menos probables y permitir a la policía que centre sus investigaciones. Si decimos que probablemente el sospechoso es un varón, hemos reducido la búsqueda al 50 % aproximadamente. Si decimos que es un varón adulto de edad media y soltero tendremos un número menor de sospechosos. Cada nueva categoría reduce el campo. Si logramos determinar que el hipotético criminal está sin empleo, o si es alguien que probablemente ha recibido tratamiento por enfermedad mental, o si vive a corta distancia del lugar o lugares del o de los crímenes, habremos ido poco a poco dejando el reducido campo de investigación a un mínimo espacio.

En el centro del rompecabezas está la escena del crimen. Allí están las mejores pruebas de que podemos disponer. Un análisis exhaustivo nos permitirá avanzar en la línea que nos hemos trazado.

El criminal deja consciente o inconscientemente en la escena del crimen su "sello particular", su tarjeta de visita. En Medicina Legal sabemos que esta huella puede percibirse en alguna forma en el propio cuerpo de la víctima, pero también en el llamado perimundo que rodea al cuerpo. Por esto, un elemento fundamental es la Victimología, el estudio de la víctima, su estado actual, sus antecedentes, la posición del cuerpo, el arma utilizada para el crimen, una buena y detallada inspección ocular. Los datos para establecer el perfil del criminal están delante de nuestros ojos.

Además de las dos categorías expuestas de criminales en serie, organizados y desorganizados puede haber una tercera categoría, los mixtos, en los que se mezclan caracteres de los dos primeros

En el caso de Francisco García Escalero ("El mendigo asesino"), ya citado se trata de un tipo de asesino desorganizado (necrofilia, canibalismo) con caracteres mixtos (unas veces ocultaba a sus víctimas tirándolas a un pozo, otras quemaba sus cuerpos o los decapitaba dejándolos en el lugar del crimen).


MANUEL DELGADO VILLEGAS ("El Arropiero")
Historial (1971): Uno de los más peligrosos y desalmados asesinos (esquizofrénico, necrófilo, con múltiples perversiones sexuales) que haya existido en España, Manuel Delgado Villegas, conocido por "El Arropiero".

Confesó a su abogado que en total había cometido 48 asesinatos. Cuando fué detenido, le examinaron por varios psiquiatras, que entre otras cosas, le ordenaron un examen genético demostrándose que tenía el Cromosoma XYY.

Fué ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Font Calent (Alicante) donde sigue bajo custodia y tratamiento. (Sumario 24/78, Juzgado Central nº 2 de la Audiencia Nacional).


JOSÉ ANTONIO RODRIEGUEZ VEGA ("El albañil de Santander") seleccionaba mujeres de 70-90 años, viudas, que vivían solas.
Historial (1971): Se dedicó a asesinar en Santander, donde trabajaba como albañil, a mujeres ancianas viudas en su mayoría, de 70-90 años. Se le probaron 16 asesinatos además de agresiones sexuales y abusos deshonestos. Diagnosticado como "psicópata desalmado, frío e inmaduro, sádico, con perversiones sexuales múltiples, fetichista, necrófilo, con trastorno neurótico de la personalidad y embotamiento afectivo, inteligencia normal-alta".

Odiaba a su madre. Era agresivo y violento desde niño y adolescente. Guardaba pequeños trofeos de sus víctimas.

Fué considerado plenamente responsable de sus actos y condenado en diciembre de 1991 a 440 años de prisión. La enorme publicidad que se les ha dado a este tipo de asesinos, por todos los medios de difusión posibles, es con seguridad la causa de reacciones de imitación por identificación.

La pena de muerte ¿es la solución para estos casos? Ningún violento ha sido nunca disuadido de cometer sus crímenes ante la amenaza de la pena de muerte. Antes bien, muchos la han buscado retando a la Justicia y a la Policía a que los detengan y juzguen.

Muchos investigadores son partidarios de encerrarlos bajo custodia y tratamiento, en la idea de que así serán "útiles" para estudiarlos y predecir en otros casos similares lo que pueden hacer y evitar así que se cometan otros crímenes.

"El análisis del crimen, dice Colin Wilson, es desagradable; tanto como el trabajo del forense que ha de practicar la autopsia a un niño de un año. No proporcionará el placer que se obtendría del estudio de Mozart o Beethoven, pero es necesario hacerlo. Se aprende haciendo la disección de un cadáver tanto o más que estudiando un cuerpo vivo. Cadáveres de espíritu son, en muchos casos, los criminales". Yo no siento ya repulsión, sino un vago sentimiento de tragedia y de piedad al estudiar todos estos seres que sacamos de los vertederos humanos. Dios tenga piedad de ellos ya que en sus misteriosos designios ha permitido que lleguen a ser así.

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