Las últimas horas han sido las más tensas. La captura del hombre más buscado, del enemigo público número 1 se ha hecho esperar durante meses. Es difícil saber lo que pasaba por su cabeza, pero sí se sabe lo que han pasado todos los investigadores implicados en su detención.
Hasta hace una semana apenas había una pista de verdad buena o fiable sobre su identidad y paradero. Después, con un golpe de efecto, todo cambió, y entonces ha empezado la cuenta atrás: vigilar, hablar con el juzgado, coordinar a la gente... y conseguir que él no sospechara nada.
En estos últimos momentos se han precipitado todos los planes, empezando por conseguir la orden de detención y los mandamientos de entrada y registro para buscar pruebas. En estos últimos instantes ha habido mucha emoción por el final de la espera, pero también mucha tensión para que todo saliera bien.
Los agentes se desplazaron ayer martes hasta Santander, donde el presunto pederasta había huido estos días para alejarse de la sospecha policial. El detenido, un hombre de 42 años con antecedentes penales, ha sido intensamente vigilado en las últimas horas que ha pasado en su domicilio santanderino en la calle de Bajada de San Juan. Esta zona pertenece a la ladera norte de la ciudad, casi en la periferia, muy cerca de la calle de General Dávila y del colegio de las Mercedarias.
La Policía se ha centrado en estar atentos a sus movimientos, para asegurarse de que todo era normal, de que no sospechaba nada y, sobre todo, de que no escaparía ni podría destruir pruebas antes de ser arrestado.
Por fin, a primera hora de este miércoles, ha llegado el momento de sorprenderle y ponerle los grilletes, un momento soñado por muchos policías durante los últimos meses.
Lo previsible es que en las próximas horas, antes de pasar a disposición judicial, se realicen los registros que faltan en sus escondites de Santander y la capital y que los agentes le interroguen hasta que finalmente lo pongan a disposición del juzgado de guardia.
Fuente: El Mundo
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