Mitchell Johnson y Andrew Golden: "Masacre de Jonesboro"

“La masacre de Jonesboro ha vuelto a poner en tela de juicio el control de las armas, la influencia negativa de los medios de comunicación y la demencia de fin de siglo en sociedades frías y tecnocratizadas…”
Rafael Aviña


Mitchell Scott Johnson nació el 11 de agosto de 1984 en Spring Valley, Minnesota (Estados Unidos). Su primo, Andrew Douglas Golden, nació el 25 de mayo de 1986 en Jonesboro, Arkansas (Estados Unidos). Jonesboro, una próspera y devota ciudad de 52 mil habitantes, centro agrícola e industrial, sede de la Universidad Estatal de Arkansas, es un lugar conservador, habitado por familias muy religiosas.

Pero también es un sitio donde, como en la mayor parte de Estados Unidos, las armas y la cacería son un modo de vida. Desde niños, se les enseña a los varones a manejar armas.

Andrew Golden
Andrew Golden era uno de esos chicos. Su abuelo, Doug Golden, un funcionario de conservación de la vida silvestre jubilado cuya paradójica pasión era la cacería, le había construido un mirador en un barranco cerca a su casa para que pudiera ver a los ciervos y dispararles.

Ese mismo abuelo de sesenta y dos años declararía tiempo después: “Estaba orgulloso de haber matado su primer pato el año pasado. Empezamos a comprarle armas automáticas desde el primer día de nacido”.


Andrew llegó a manejar rifles y pistolas. Su padre, Dennis Golden, un empleado postal, hizo su contribución.
Era miembro de la Practical Pistol Shooters Association, que organiza campeonatos de tiro todos los meses.

Y Andrew participaba en ellos, aprendiendo a matar prácticamente desde la cuna.

Además sabía manejar y a veces conducía el auto de sus padres.

Su primo, Mitchell Johnson, no creció en Jonesboro.

Tras divorciarse del camionero Scott Johnson, Pat, su madre, lo llevó desde Spring Valley, la pequeña ciudad de Minnesota donde se había vuelto a casar.

Scott Johnson, padre de Mitchell

Mitchell parecía cortés y devoto, inclusive formaba parte de un grupo juvenil de la Iglesia Bautista Central.

Pero más tarde Mitchell se volvió agresivo y hosco.
Pese a ser primos, Andrew y Mitchell no parecían tener afinidad, según otros alumnos, pero se hicieron amigos viajando en el mismo autobús escolar.

Mitchell Johnson
Mitchell Johnson

A los trece años de edad, Mitchell estudiaba en la Westside Middle School, en Jonesboro. 

Era obeso; esto motivaba las continuas burlas de sus compañeros de aula, quienes le apodaba "Pig" ("Cerdo").

Mitchell Johnson
Incapaz de seguir una dieta, la rompía constantemente con el solapamiento de su madre, quien justificaba el hecho alegando que no podía obligar al niño.

Sus compañeros lo despreciaban y era incapaz de tener otro amigo que no fuera su primo Andrew, quien para entonces tenía once años.

Juntos veían películas de acción por las tardes, comiendo golosinas, fantaseando con convertirse en antihéroes similares a los que poblaban los filmes que reproducían sin cesar.
Mitchell Johnson

Una tarde, tras ver la película Rambo, Mitchell le confesó a Andrew uno de sus más descabellados planes: quería vengarse de Candace Porter, una compañera de escuela que siempre lo había despreciado.

Andrew se entusiasmó; él tampoco era popular y estaba dispuesto a tomar revancha contra todas las chicas que siempre lo despreciaban. Desde entonces, cada tarde los dos niños cumplían un ritual: veían una película de acción, se ponían trajes camuflados de los comandos que tantas veces admiraban en la pantalla y preparaban una estrategia de guerra.

Andrew Golden
Finalmente, decidieron pasar a la acción; fijaron una fecha, trazaron los objetivos, crearon la lista de personas a quienes querían matar y determinaron lo que iban a necesitar.

El lunes 23 de marzo de 1998, Mitchell se presentó con un cuchillo en la clase de Candace Porter, la niña que había despreciado sus avances amorosos.

Dos jovencitas, Amber McBroome y Sherri VanHorn, contaron la escena: "Candace le repitió a Mitchell que no quería salir con él, y él la amenazó con un cuchillo. La profesora, la señora Wright, intervino, y Mitchell apuntó el arma contra ella".

Candace Porter

No está claro si después de aquel episodio el muchacho fue suspendido.

La dirección de la escuela nunca lo confirmó, ni lo desmintió. Jennifer Nightingale, una compañera de clase de Candace Porter, fue tal vez la última en hablar con Mitchell Johnson antes de que ejecutara su plan junto con su primo:

"Me dijo que no nos veríamos más, porque dejaría la ciudad. Pero que antes o después se vengaría: ninguna chica podía despreciarlo y quedar impune", recordaría.




El periodista Rafael Aviña describe el suceso en uno de sus libros: “23 de marzo de 1998. Mitchell se entretiene sacando punta a un lápiz.

Andrew Golden
Su actitud es frenética, no sólo porque se encuentra en una hora de descanso escolar, sino por el esfuerzo excesivo que pone en ese acto. Mitch, ‘Pig’, como le apodan burlonamente sus compañeros, es obeso.

Tal vez no en exceso, pero se encuentra por lo menos diez kilos arriba de su peso normal a los trece años. Se trata de un niño raro y solitario, y todos conocen su gran afición por las armas y los cartuchos de Estrategia Militar de Nintendo. Un grupo de compañeros se aproxima para molestarlo.
Él sólo les responde: ‘Mañana sabrán si van a vivir o van a morir’.
Las risas se disipan en la escuela Westside Middle…


“Mismo día. 19:12 horas. El lugar es oscuro y frío. Todo parece tener un orden excesivo. La madre de Andrew mira el televisor mientras bebe una cerveza en esa calurosa noche veraniega en Jonesboro, Arkansas. El ruido que proviene de la habitación del pequeño Andy, un chico huraño y agresivo de sólo once años, no parece importarle a la mujer, acostumbrada a las extravagancias de su hijo, como cazar especies menores en los alrededores; proezas que su abuelo, un experto tirador, le celebra. Andy ha terminado de empacar en su mochila el último revólver; un Smith and Wesson calibre .38 y las dos pistolas Derringers que le regaló su padre”

Andrew, un día antes de la masacre

El martes 24 de marzo de 1998, muy temprano, Mitchell faltó a la escuela; le dijo a su madre que le dolía el estómago.

Se reunió con su primo para concretar el plan que habían trazado. Andrew y Mitchell, tan silenciosamente como pudieron, rompieron un vidrio de la puerta de la casa de Doug Golden.
A través de él soltaron dos cerrojos y se deslizaron hacia adentro.

El sol se reflejaba sobre los pinos y robles que rodeaban la casa de ladrillo rojo. Andrew conocía bien la casa; prácticamente había crecido allí, criado por sus abuelos, Doug y Jackie Golden, pues su madre trabaja muchas horas diarias en las oficinas del correo local.

La semana anterior estuvo vagando por la casa y la noche del lunes había cenado allí.
Douglas Golden, el abuelo de Andrew

Ya adentro, los dos chicos se arrastraron hasta el recibidor. De las paredes colgaban una docena de armas pertenecientes a Doug Golden. Agarraron las cajas de cartuchos que estaban sobre el refrigerador de la cocina, municiones para las dos pistolas y tres rifles.

Una de las armas (un rifle Remington 30-06 para cazar ciervos) tenía una poderosa mira telescópica. “Con un rifle que tiene esa visión no hay que ser muy inteligente para disparar”, declararía ante la policía el abuelo Doug Golden, que describió el robo fumando un cigarrillo, con las arrugas en su cara acentuadas por el dolor, mientras se recargaba contra la valla del patio. “Simplemente hay que apuntar y apretar el gatillo”. También Mitchell Johnson robó algo de su familia, según los investigadores: un vehículo Dodge color gris modelo 91, perteneciente a su madre.


Los chicos cargaron en el coche bolsas de dormir, agua, sándwiches, casacas de camuflaje, un cinturón militar con un cuchillo, una ballesta, una malla metálica de cazador, un par de botas Doctor Martens del número 7, municiones, un machete, un cuchillo, una casa de campaña, una radio portátil, dos paquetes de papas fritas, chocolate y diez armas más.

Tras el tiroteo
Poco antes de las 08:00 horas del martes 24 de marzo, con Andrew conduciendo, se trasladaron cerca de la escuela. Estacionaron la camioneta a medio kilómetro, en un camino lateral cerca de los bosques que bordean la escuela y se prepararon para su misión.

Los autobuses amarillos pasaban como siempre por la Westside High School, con un cartel que la proclamaba como “El Hogar de los Guerreros”.

Andrew Golden se dirigió después a la escuela y al mediodía pidió permiso para ir al baño. Luego varios estudiantes lo vieron haciendo sonar la alarma de incendios; de inmediato comenzaron a evacuar la escuela, mientras Andrew corría.

Tras el tiroteo
Eran las 12:18 horas. En el borde del bosque ubicado tras la escuela, Mitchell ya había ocupado su posición. Andrew se reunió con él poco después y se puso un traje de camuflaje, cargado de municiones.

Tenía diecinueve cartuchos útiles de calibre .44 y 34.35 en los bolsillos de adelante, otros siete en el bolsillo superior de la derecha, cuarenta y nueve en el bolsillo inferior izquierdo, y dieciséis cartuchos especiales .26 Magnum en el derecho. Llevaba un rifle calibre .30 y tres pistolas.

Víctima del tiroteo
Mitchell, por su parte, portaba el rifle Remington para cazar ciervos, cuatro pistolas, dos cuchillos de bolsillo y una cantidad similar de municiones, incluidos dos cargadores para un revólver de calibre .38.

El periodista Rafael Aviña describe: “Mitchell y su primo Andrew se confunden en la espesura del bosque que rodea el colegio debido a su ropas de camuflaje, aquellas que han admirado tantas veces en los filmes de Chuck Norris, en las revistas especializadas que compran mensualmente y que portan sus actores favoritos: Steven Segal y Sylvester Stallone.

Shannon Wright: víctima
Cada uno porta un fusil de caza con los que han reventado los sesos de conejos y pájaros. A sus pies se encuentra una colección de pistolas, entre ellas la Ruger Magnum .357 que Mitch pide prestada a su padre cada vez que sale de caza. Ambos se encuentran tranquilos, incluso bromean por el chocolate que escurre de la boca de Andy.

La alarma de incendio se activa y, de manera casi instantánea, cerca de doscientos alumnos y una docena de profesores desalojan la escuela para concentrarse en el patio. Andy escupe el último pedazo de chocolate ‘Mars’ y el rostro de Mitch se enciende con una luminosa sonrisa a la vez que hace accionar el rifle de caza.

Natalie Brooks: víctima
En tanto que su primo Andy dispara a discreción mientras viene a su memoria la vieja feria donde ganó su primer premio jugando al tiro al blanco, Andy fantasea con patos antropomorfos, como los de las caricaturas, que corren histéricos, y Mitch experimenta algo similar a su primera erección…”

Mientras salían los alumnos elegidos como objetivo, los dos comenzaron a disparar con calma, poniendo en la mira a las mujeres, y sin disparar a los varones.

Paige Ann Herring: víctima
Candace Porter, de doce años, la niña que había despreciado a Mitchell Johnson, quedó herida, pero después de veinticuatro horas estaba fuera de peligro; una profesora embarazada, Shannon Wright, de treinta y dos años, la protegió con su cuerpo y pagó con la vida su heroísmo.

Las otras víctimas fueron Natalie Brooks, Paige Ann Herring y Stephanie Johnson, todas de doce años, y Brittheny Varner, de once.

Rafael Aviña continúa su crónica: “Las 12:40 horas. Aquello es un caos donde se confunden gritos, llantos, sangre y balas que siguen silbando.

Dos niñas han caído heridas de muerte y otros compañeros se arrastran con heridas menores.

Jonesboro se ha convertido en un mini campo de batalla: una emboscada de guerra armada por dos niños fascinados con una cultura de la violencia que se ha convertido en un modo de vida cotidiano.
Stephanie Johnson: víctima

No hay vuelta atrás: la sangre y los órganos vitales detenidos hacen olvidar los relatos de ficción, las increíbles portadas a color de armas y tiradores, y los desplazamientos militares creados por un generador de imágenes electrónicas.


“Mas arde casi una centena de fotógrafos, reporteros y camarógrafos lanzan imágenes de espanto y heroísmo mal entendido al mundo.
No se trata del brutal clímax de un filme de asesinos psicópatas, sino de un acto de locura absurda y real.

Brittheny Varner: víctima
 Es el horror de los asesinatos en masa, los más absurdos y los más frenéticos: la destrucción masiva de vidas humanas en fracción de minutos, cometida por una o dos personas que se erigen como Dioses omnipotentes de una comunidad sacrificable más allá de toda lógica…”


La policía llegó y los niños dejaron de disparar. Trataron de huir en la camioneta, pero un equipo de agentes los detuvo sin que opusieran resistencia.

Al principio, los policías pensaron que había un tercer sospechoso y que los niños solamente habían ayudado a un adulto a perpetrar la masacre, pero ellos confesaron todo.

Los curtidos agentes no podían creerlo, dada la edad de los niños.

Al mediodía, Doug Golden estaba en el garaje de la División de Juego y Pesca de Arkansas, buscando una herramienta para reparar su motocicleta.

El arresto
Su teléfono celular sonó y al responder, un hombre que se identificó como agente de la policía, le dijo que tenía que ir a la cárcel, que su nieto estaba detenido. Allí encontró a Andrew. “Estaba en shock”, dijo su abuelo. “Tenía los ojos fijos, como si acabara de ver algo terrible, y no podía cambiar de expresión”.
Uno de los compañeros de Mitchell, con su padre

Como siempre lo había hecho, Doug insistió ante el chico en que debía decir la verdad. “Abuelo, tomé tus armas”, respondió el niño.

El resultado fueron cinco muertos y once heridos, entre ellos dos profesores. Kara Tate, de once años de edad, una compañera de clase de Mitchell, declaró a la policía: "Mitchell me había dicho la semana última que le iba a disparar a Candace para vengarse.


“Siempre decía que arreglaría las cuentas con todos y que mataría a mucha gente. No pensé que hablara en serio. Andrew tenía un fusil para cazar ciervos y presumía de ser un tirador experto. Cuando alguien lo hacía enojar, amenazaba con dispararle".



Por su parte, el gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, declaró:  
 
“Este no es el problema individual de una escuela, es una enfermedad cultural que se produce por la exposición de los niños a decenas de miles de asesinatos en el cine y la televisión”.


El entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, también mostró su tristeza por el suceso.

Según afirmó en Kampala, donde se encontraba en viaje oficial, se sentía “profundamente entristecido” por la matanza en la escuela secundaria


Las víctimas
“Antes de abandonar el hotel esta mañana, hablé con el gobernador de Arkansas y le manifesté mi más sincero pésame y aflicción por el terrible incidente en Jonesboro”, dijo Clinton durante la segunda jornada de su gira africana en Uganda.

La escuela tras la masacre
 

“Este es el tercer incidente en los últimos meses protagonizado por jóvenes en escuelas, y voy a pedir a la fiscal general que busque diversos expertos de nuestro país para que intenten analizar esta terrible tragedia”, agregó.

Clinton había sido, años antes, gobernador de Arkansas.





La masacre de Jonesboro fue la venganza por despecho más cruel de la historia de Estados Unidos, trazada con la meticulosidad de expertos criminales por dos niños de once y trece años.


En Arkansas es legal que un menor sea dueño de fusiles o carabinas, aunque para los menores de veintiún años es necesario un permiso para poseer una pistola.

Además, la ley de Arkansas es indulgente con los menores y la pena de muerte está reservada a los mayores de dieciséis años.

De acuerdo con las leyes de Arkansas, los asesinos de Jonesboro fueron procesados como niños.

Mitchell y Andrew quedaron sentenciados a prisión, pero se determinó que podrían salir libres en cuanto cumplieran la mayoría de edad, a los dieciocho años.
La tumba de Britthney Varne

Esta posibilidad creó indignación entre los numerosos estadounidenses que defienden una mayor dureza penal para castigar el crimen juvenil.

Andrew Golden, poco antes de salir de prisión

Pero el expediente de los niños estaba limpio, lo que tampoco ayudó a alegar la reincidencia.

Ni una falta de asistencia a clase, ni una pelea en los pasillos del colegio. “Los dos eran chicos normales”, según declaró a la policía la directora de la escuela, Karen Curtner.








Mitchell Johnson en prisión
 Mitchell Johnson en prisión


Mitchell Johnson fue liberado en el año 2002, pese a las protestas de los familiares de las víctimas. Andrew Golden salió dos años después, en 2004.

La liberación de los dos fue cubierta por los medios. Tras salir de prisión, se cambiaron de ciudad y desaparecieron de la luz pública.


La liberación de Mitchell Johnson


Como colofón, el jueves 25 de marzo de 1998, apenas un día después de los acontecimientos de Jonesboro, un estudiante de secundaria hirió a dos profesores con un cuchillo en una escuela de Princeton, Texas. La policía detuvo al menor. Los dos profesores heridos fueron internados en un hospital de la jurisdicción. El estudiante fue luego llevado a un centro sanitario para una evaluación psiquiátrica, pues tras atacar a sus maestros trató de suicidarse.
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6 comentarios:

  1. habia de ser bien irresponsable por no decir animal, darle un arma a un niño y enseñarle a manejarla, el abuelo y los padres de esos niños tambien debieron ser enjuiciados y encerrados en prision.

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  2. Los dos eran chicos normales? me estás tomando el pelo? son ASESINOS

    El ser menor de edad no es excusa, dios mio, cualquier menor de edad puede ir a tu casa, violar y matar a toda tu familia y no le dan cadena perpetua ni pena de muerte, el sistema penitenciario es una estupidez de los pies a la cabeza.

    ResponderEliminar
  3. Seria bueno juzgar a los niños mayores de 8 o 10 años como mayores eso seria justicia.

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  4. Seria bueno juzgar a los niños mayores de 8 o 10 años como mayores eso seria justicia.

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