El acusado por el crimen a tiros de un joven en Girona iba acompañado por su pareja y sus dos hijastros
Jose
González y su hermano Adrián celebraban el cumpleaños de este con
amigos el pasado lunes por la noche cuando tres tiros de escopeta
truncaron sus vidas. En solo unos segundos -los que tardó Jesús Moynelo en salir del coche, subir las escaleras que conducen al bar Pepe y apretar el gatillo- la fiesta se tornó en tragedia. José, de 25 años, agonizó hasta la muerte con una bala en la cabeza en
los brazos de su hermano pequeño, de 24, que se salvó por los pelos:
una de las balas iba hacia a él pero se agachó a tiempo, según han
explicado varios testigos.
Fue una venganza anunciada: José y Adrián habían recibido llamadas con amenazas del grupo de los hijastros del presunto asesino. "Vamos a por vosotros" les dijeron, según personas cercanas a la familia. Las cosas estaban calientes entre los dos grupos. La enemistad duraba ya años, aunque aun no se sabe por qué. El último enfrentamiento se produjo solo unos días antes del crimen, pero una familiar de la víctima sitúa el origen de la tragedia mucho tiempo atrás, en un incidente en el que se vio involucrado el hermano de la víctima.
Moynelo, de 36 años, no estaba solo el día del crimen. Le acompañaba su pareja, sus hijastros gemelos, de 21 años, y cuatro jóvenes más. Llegaron a las 22.30 en dos coches y algunos bajaron para golpear a palos el vehículo de la víctima. Tras los disparos, el autor y sus acompañantes huyeron, pero los Mossos d'Esquadra los detuvieron a todos en los dos días posteriores.
"Si es verdad que también iban a por el hermano pequeño, hablaríamos de otro posible delito por intento de homicidio", argumentó Carles Monguilod, abogado que se encargará de la acusación particular.
Moynelo, que nació en Estados Unidos pero es español y trabajó como portero de discoteca en la Garrotxa, tiene antecedentes. Su compañera Bárbara Gómez, de 41 años, fue juzgada hace años por intento de homicidio y también cuenta con antecedentes. Y el padre del fallecido, Agustín González, fue condenado en 2006 a un año de prisión por amenazar y herir con la culata de una escopeta a un chaval que se había peleado con su hijo menor, una pena atenuada por las circunstancias de reparación del daño y drogadicción.
La trágica muerte de González se reflejaba ayer en los rostros abatidos de los cientos de familiares, amigos y vecinos congregados en la plaza de la iglesia de Germans Sàbat para asistir a su funeral. Colocados en círculo, esperaban en total silencio la llegada del coche fúnebre, un silencio solo roto con un emotivo aplauso colectivo cuando apareció la caja con el fallecido. La mayoría de los asistentes tuvieron que esperar el final de la ceremonia fuera porque no cabían en la pequeña iglesia. Al grito de "¡Estamos con vosotros!" amigos y vecinos intentaron apoyar a la familia. La madre de la víctima repetía desconsolada: "¡Mi chiquitito!".
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