La joven pontevedresa, madre de un niño, falta de su domicilio en la capital del Lérez desde hace diez días. Tras aparecer su cartera en un poblado marginal e interrogar a su pareja, la investigación permanece estancada
La investigación sobre la desaparación de la joven Sonia Iglesias ha tomado en las últimas horas un nuevo cariz que da cuenta de las dificultades a las que los encargados del caso se están enfrentando para perfilar una línea de trabajo que les ayude a localizar a la pontevedresa. La última hora de este caso apunta a que la joven —encargada de una tienda de ropa y madre de un hijo de nueve años— podría estar manteniendo una relación sentimental paralela a la que tenía desde hacía años con su compañero, Julio Araújo, de quien también se sospechó en un principio y que según algunos amigos cercanos se encuentra «destrozado anímicamente».
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No lo recuerda, pero estaba de fiesta y alguien pudo dispararle. Y lo que parecía un quiste encima de su nuca ha resultado, tras una radiografía y una intervención, un proyectil del calibre 22. Era Nochevieja o Navidad, de 2004 o de 2005, pues este varón de 35 años, de nacionalidad polaca y residente en Alemania, confiesa no recordar entre la exaltación alcohólica y los disparos al aire de celebración.