El popular barrio del Carmen de Murcia se estremeció anoche con el sonido estridente de las sirenas de los coches de Policía y de las ambulancias que anunciaban la tragedia. Eran aproximadamente las nueve de la noche. Cuando las dotaciones de los servicios de emergencias llegaron a la calle Pintor Pedro Flores, muy pronto se hizo evidente que los equipos de asistencia sanitarios no tenían ya razón de ser y que iban a tener que dejar paso a los agentes de la Policía Judicial.
Sobre una acera estaba tendido el cadáver de un joven de 21 años. Había fallecido en el acto después de precipitarse desde el balcón de un quinto piso y, tras golpear sobre un árbol y atravesarlo entre las ramas, impactar a gran velocidad contra el suelo.
Pero la investigación no se iba a quedar reducida a un aparente suicidio. Apenas unos segundos tardaron los agentes del Cuerpo Nacional de Policía en comprobar que en la vivienda familiar desde la que se había lanzado ese joven había otro cadáver. Se trataba del cuerpo de un varón de 56 años de edad, que mostraba en el cuello una gran herida ocasionada por un arma blanca. Los primeros datos apuntaban anoche a que uno de sus hijos lo había degollado, por razones desconocidas y que se estaban tratando de establecer, y que éste a continuación se había dirigido al balcón para arrojarse a la calle.
Aunque ésa era la hipótesis principal barajada anoche por los policías judiciales de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), que asumieron desde un primer momento la investigación, todos los datos estaban pendientes de ser verificados a través del cotejo con otras pruebas, que estaban siendo recogidas en el escenario del crimen, y de las declaraciones de los testigos.
Los policías contaban anoche con un testimonio de especial valor, ya que en el momento de los hechos se encontraba en la vivienda un hermano del joven que presuntamente cometió el homicidio y que posteriormente se habría suicidado. El chico, que fue quien alertó en un primer momento a las fuerzas de seguridad, se encontraba anoche en un estado de tremenda conmoción y nerviosismo y estaba siendo atendido por una psicóloga enviada por el teléfono de emergencias 112. Los policías judiciales, a su vez, intentaban obtener de él algún dato que explicara las razones del terrible suceso.
Interventor en Renfe
El fallecido, de nombre Modesto, estaba separado, vivía con sus dos hijos y trabajaba desde hacía largos años como interventor en Renfe. Debido a la cercanía de la estación ferroviaria del Carmen, varios compañeros de trabajo se desplazaron hasta el lugar y, visiblemente emocionados, comentaban que «era una persona muy normal. Nunca pensamos que pudiera tener algún problema de ese tipo». Unas palabras, las de Diego, que eran ratificadas por otros empleados de Renfe.
Por su lado, Isabel Madrid, una vecina del barrio, aseguraba conocer a los dos hijos del hombre asesinado: uno también llamado Modesto, como la víctima, y otro que podría llamarse Alejandro.
Un vecino del mismo bloque manifestó a 'La Verdad' que «eran una gente muy callada, y ese chico era especialmente introvertido. Apenas hablaba con nadie. Pero en esa casa nunca se escucharon discusiones ni nada extraño».
A su vez, Loli afirmaba que su hija se disponía a cruzar la calle cuando había visto caer el cuerpo e impactar contra el suelo después de golpear en un árbol. «Ella no escuchó ningún grito ni ninguna discusión». Un declaración que refuerza la hipótesis del suicidio del chico.
Con antecedentes por conductas violentas
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