Del Valle asumió los hechos y exculpó a las mujeres, según la versión policial.Se frotaba las manos con más frecuencia que en sesiones anteriores (un gesto que suele hacer, según descripciones de su esposa, cuando está nervioso) y pestañeó más de lo habitual (tiene una especie de tic nervioso en los ojos) mientras los mandos policiales hablaban de las contradicciones en las declaraciones que hizo durante la instrucción, hasta encontrarse frente a frente con los magistrados que decidirán sobre su culpabilidad o inocencia.
"Se sintieron como derrotados". El responsable de la investigación de la desaparición de Mari Luz, Francisco Durán, describía así la reacción del matrimonio Del Valle y de la supuesta cómplice del crimen cuando se toparon con los agentes de la Policía Nacional de Huelva en la estación de autobuses de Cuenca, donde fueron detenidos.
Al igual que haría posteriormente ante la instructora en Huelva, el pederasta realizó dos declaraciones tras su arresto, la última de forma voluntaria, según la versión oficial. "Asume directamente su vinculación en los hechos, exculpando a su mujer y su hermana", de forma que, según el entonces jefe de la Policía Judicial, realizó un parón en su primera versión y llegó a pedir negociar "algo que le beneficiara" con la Fiscalía, petición que fue confirmada por el testimonio de otro inspector que formó parte también de la investigación. Al día siguiente, volvió a declarar, afirmaron, y dijo que abandonó a la niña en unas obras cercanas y que, al volverse, observó que "la niña movió las piernas".
La detención a cientos de kilómetros de Huelva se aceleró por varios factores. Por una parte, los investigadores tenían conocimiento, paso a paso, de las intenciones de los entonces sospechosos -se les intervinieron los teléfonos por orden judicial solo tres días después de que Mari Luz desapareciera- y constataron el propósito del presunto asesino de abandonar el país. Del Valle llamó a una entidad bancaria (La Caixa) para preguntar si podía cobrar la pensión en el extranjero y llegó a realizar alguna llamada para interesarse por la Casa de España en Cuba. Saltaron las alarmas de una posible huida.
Además, Rosa del Valle, que visitaba la Comisaría frecuentemente (cuando se le llamaba y a veces de forma voluntaria) se había marchado de huelva a la francesa, sin decir nada a la Policía y cerrando su teléfono móvil.
Otro de los inspectores expresó su convicción de que Mari Luz no fue una víctima casual. Santiago del Valle pasaba horas tras de la ventana (especialmente, según testigo, a las horas de los colegios) y consideró que "la obsesión ya le había entrado" antes de que sucedieran los hechos. De hecho, se había matriculado en el colegio al que asistía a la niña y después de ser expulsado, continuó yendo al centro. Hasta ese momento, dijo el inspector al tribunal, "no era un asesino" sino que consideró que la muerte de la niña se produjo por el entorno social, al haber antecedentes de otros episodios en los que dejó ir a su víctima cuando se vio sorprendido. En este caso, dijo, "se le representó en el ambiente social y local con las connotaciones que le podía suponer dejar ir a la niña en ese momento".
Respecto a la hermana del pederasta, manifestó que "se vio abocada a hacer algo porque se encontraba en el momento y en una situación muy concreta, aunque en su foro interno ella quería que esto terminara" y que se sintió "como aliviada".
Las defensas cuestionaron, por otro lado, el trato diferente que la Policía concedió a la mujer del pederasta, Isabel García, que en ningún momento llegó a ser detenida -fue sólo imputada- y durmió en un hostal la primera noche que pasaron en dependencias policiales los hermanos del Valle tras la detención. Los mandos policiales negaron que cerraran con la esposa de Santiago del Valle ningún pacto y que le dieron protección por razones humanitarias y de seguridad.
Fuente: Diario Sevilla
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