La proliferación de escopetas de caza en viviendas particulares influye en el aumento de los casos de homicidios y asesinatos
Hay motivos para preocuparse. Hace un mes el empresario de Logrosán Alfonso Triguero murió al recibir en un costado un disparo de una escopeta de repetición, escopeta que se encontraba en su casa al pedirla prestada su hijo mayor. Ahora se está investigando quién apretó el gatillo.
Para el próximo 9 de mayo está previsto que en la Audiencia de Cáceres comience el juicio por jurado contra Blanca Rodríguez, una mujer de alrededor de 30 años, que mató a su padre, de 54, en la noche de Navidad del 2008. Acabó con su vida con el rifle de caza de uno de los hermanos.
Después de este juicio habrá en el mismo tribunal, en este año, otra vista con jurado. Es el del crimen de Navalvillar de Ibor que se cometió el 27 de abril de 2010. Leónidas Murillo, de 62 años, mató a su vecina Esperanza Fernández de 60 años cuando pasaba frente a su casa. El método utilizado: una escopeta de caza. Cuando la Guardia Civil fue a detener a Leónidas, que en un primer momento se encerró en su vivienda, le requisaron dos escopetas de su propiedad y una caja de cartuchos.
¿Hay muchas armas de fuego en Cáceres? Parece que sí. Al solicitar los datos a la Comandancia de la Guardia Civil de Cáceres, se ha sabido que el año pasado había 65.103 armas de fuego en la provincia. Según los datos estadísticos del año 2009, en esta provincia viven 413.633 personas, relacionado las dos cifras se obtiene que en esta provincia hay un arma por cada seis habitantes.
Lo que debe resultar preocupante es que cada vez hay más. Hace ocho años, en 2003, había 56.069 armas de fuego legales (nueve mil menos que ahora), y el número de habitantes era similar, 412.000. Si ahora hay un arma de fuego por cada seis cacereños, hace ocho años había una por cada siete.
El exceso de armas de caza y el mal uso de las mismas, lleva a ver en localidades cacereñas situaciones de película del Oeste, como la que ocurrió el 8 de abril de 2002 en Coria, cuando un joven de 18 años se paseó por la calle con una escopeta repetidora, entró en un bar buscando a una persona y cuando la encontró le voló el gemelo de una pierna de un disparo. Cuando en el juicio le preguntaron cómo es que tenía un arma de ese tipo en su coche, respondió con toda naturalidad: «soy cazador».
Un año después, en esa misma localidad, un hombre de 34 años practicó el tiro al blanco con su mujer con intención de matarla. Cogió de su coche una escopeta de caza del calibre 12 que era de su padre, la cargó con cartuchos de perdigones del número 6, y disparó dos veces contra la esposa que estaba en la ventana. En una localidad cercana a Hervás otro hombre hirió a su mujer al dispararle dos veces con su escopeta de caza.
Escenas violentas se han visto en casi todos los pueblos de la provincia, quizá más en los que hay más cazadores. Pueblos en los que una discusión en un bar puede terminar con uno de los implicados acudiendo al maletero de su coche para sacar una escopeta con la que amedrentar a su oponente. Eso ha ocurrido, por ejemplo, en Herguijuela, en el que un hombre de 52 años disparó varias veces contra el bar en el que tuvo una discusión.
FUENTE. Hoy.es
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