La infiltración del agente Anido en ETA

Llegó a ser el chófer de “Mikel Antza”, el violento jefe de la banda
14 de junio de 2010
The Retronaut
Por Xose Manuel Lema [http://www.anosacosta.es]. Mayo de 1995. Las páginas del periódico “Egin” se convertían en el altavoz que trasmitía una condena de muerte. El diario abertzale era la garganta de la banda terrorista ETA, que ponía en su punto de mira a José Antonio Anido Martínez, de origen gallego, y que consiguió estar infiltrado en la organización durante varios años, contribuyendo a que el estado español asestara varios golpes a los independentistas.



Este es uno de los momentos claves de esta apasionante historia. Pero no el único. Porque la breve trayectoria conocida de José Antonio Anido es merecedora de un guión de cualquier thriller norteamericano. Episodios de preparación elitista, momentos de tensión, y convivencia con terroristas sanguinarios. Un cordero obligado a convivir con lobos para recabar información, sin ser descubierto, caminando cada minuto por el hilo de la navaja. Un auténtico trapecista sin red en un circo de odio y venganza. Una vida sin alma al servicio de la inteligencia española. Un túnel de silencio, primero como infiltrado y luego oculto en el anonimato, para no ser devorado por sus perseguidores.

Anido es hijo de emigrantes gallegos. De Antonio Anido Cabana, nacido en A Pastoriza (Lugo) y María Rosalía Martínez Romar, de Santa Sabina-Santa Comba (A Coruña). Los dos se conocieron y se casaron en esta parroquia de la Terra do Xallas. Se marcharon a Estrasburgo-Francia, donde nació José Antonio. El joven visitó ocasionalmente el ayuntamiento de Santa Comba, y aún es recordado aquí, aunque mucha gente no sabe bien toda su historia. “Lo recuerdo perfectamente. Era más bien alto. Pasaba un par de días aquí y de repente se marchaba. Así en varias ocasiones”, comenta un vecino de la parroquia.

Anido se convirtió en Guardia Civil, recibiendo preparación en cuerpos de élite y cumpliendo todos los requisitos para poder cumplir misiones de alto riesgo, como las de infiltración. Después de la formación, había que poner lo aprendido en práctica. El agente Anido estaba llamado a introducirse en la banda etarra. Se creó la identidad de Joseph Anido, un objetor de conciencia que escapara a Francia, para contactar con los círculos antimilitaristas que existían en Bayona. Su dominio del francés era un valor añadido. Poco a poco se adentró en el mundo abertzale hasta convertirse en un miembro más. Era 1989, cuando comenzaba a tejer una densa red de información directa desde ETA hasta los servicios secretos españoles, agrupados en el CESID, que acabó derivando en el actual CNI.

Hombre de confianza del pistolero

Los años de formación de Anido y sus propias cualidades de supervivencia y captación de datos sirvieron para que durante seis años los terroristas contaran con una importante vía de agua en su estructura. Lamentablemente se acabaría taponando. Pero hasta 1995, Anido desarrolló una impresionante actividad  como “topo”, llegando hasta la cúpula de la organización. Acabó siendo el chófer de Mikel Albizu Iriarte, ”Mikel Antza”, que en 1993 asumía la dirección del aparato de ETA. Mucho mérito tiene para un infiltrado no despertar desconfianzas, pero ya es una auténtica heroicidad llegar a donde llegó este hombre, que por cierto, nunca ocultó y hacía continuas referencias a su procedencia gallega.

Porque Mikel Antza no era precisamente un pistolero a secas, y tenía una base intelectual sólida, matriculándose en Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona. Una de sus misiones más llamativas fue el diseño y la ejecución de la espectacular fuga de la cárcel de Martutene. Antza entró en el centro penitenciario como un supuesto técnico de sonido del músico Imanol, que iba a ofrecer un concierto. Y salió con dos presos escondidos en los bafles. Era un defensor a ultranza de los métodos violentos. Imagínense al agente Anido transportando en un coche a este dirigente. Mientras el “topo de Santa Sabina” hizo su misión pasaron cosas importantes, lo que demuestra que los flujos de informacción estuvieron bien abiertos.

El 29 de marzo de 1992, ETA sufre un golpe histórico, con la captura de toda su primera fila en Bidart. En vísperas de las Olimpiadas de Barcelona y con la Expo de Sevilla, eran detenidos en Bidart, cerca de San Juan de Luz, Txelis, Baldo, Paquito y Fiti. Pertenecían al llamado colectivo Artapalo. El siguiente en coger el timón sanguinario fue Antza. Y Anido su chófer. Se ganó la confianza de los terroristas, que destacaron a sus propios medios que “era un buen militante” y lo acabaron apodando “Josette”. En 1994, se consigue detener a “Mobutu” en Toulon, en el suroeste de Francia, y a otros de los hombres fuertes de la organización. A punto estuvo de caer en esas fechas el propio Mikel Antza.

NOTA: Articulo recibido via Mail a criminal-descubierto@live.com, la fuente verificada del articulo extraido  del ELRESERVADO.ES
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