Havey Murray Glatman.

Es esta la historia de un hombre que se convirtió en criminal por la discriminación.
Su fealdad hizo que la gente lo despreciara, y fue  éste el motivo de su odio hacia el resto de la gente, en especial, hacia las mujeres, quienes lo despreciaban por su aspecto físico, y quienes terminaron siendo el blanco de sus crímenes.
Un claro ejemplo del odio y el rencor que puede desarrollar una persona en consecuencia a  los actos de las otras.

Havey Murray Glatman nació en Colorado.
Su infancia estuvo duramente marcada por su fealdad, pues era un niño bastante feo y todo el mundo estaba de acuerdo en ello, sus compañeros de clase se burlaban de él constantemente, incluso sus familiares le hacían continuos desprecios.
Se sentía distinto, ya incluso desde pequeño le pusieron apodos como “el monito”, “el gorilita” o  “el feo”.
Tenía unas orejas descomunales y muy separadas del cuerpo, las facciones caídas y ojos ligeramente saltones, una boca muy inflada.
Sin duda no era una persona agraciada, se sentía diferente y crecía en él un sentimiento de venganza hacia quienes se burlaban de él, especialmente hacia las muchachas que le rehuían.
Sin embargo, era un hombre muy inteligente, su cociente intelectual era de 130, pero su personalidad había sido desvirtuada por su fealdad, estaba marcado de por vida.
De a poco fue llenándose de odio, un odio hacia todos, y eso lo hizo aislarse, la soledad se volvía una obsesión mientras que la presencia de la gente se volvía molesta, pues tenía temor a que se burlaran de él, de que opinaran que era feo.
Su conducta se volvió mucho más introvertida y se vivía aislado.
Su frustración sexual comenzó a crecer, pues no podía tener relaciones sexuales ya que las mujeres lo aborrecían y recurrió a prácticas onanistas, pero estas carecían de erotismo, no tenían intensidad, y necesitaba del género femenino desesperadamente.
Sus primeros intentos fueron muy tímidos, comenzó a robar a sus compañeras y masturbarse con los objetos que obtenía, fantaseaba con las dueñas de esos bolsos que robaba, leía sus agendas y creaba unas fantasías que sabía que nunca se harían realidad.
Pero Harvey necesitaba mas.
A los 17 años se hizo con una replica exacta de un revolver, y cuando encontraba una chica aislada, sola en la calle, la apuntaba con su revolver y la obligaba a quitarse la ropa, se conformaba con eso hasta el momento.
Tan solo deseaba observar mujeres desnudas y que se desnudaran para él.
Pero empezó a pensar que eso solo le otorgaba unos minutos de goce, y ahí fue cuando comenzó su afición por la fotografía.
Sacaba fotos a escondidas y con sumo cuidado iba pegando estas fotografías en las paredes de su habitación.
Mas tarde, se trasladó a Nueva York y un mundo nuevo se abrió para él, pues habían miles de mujeres a las que fotografiar, y de este modo se obsesionó con las fotografías, esas imágenes no le decían que no, no le retiraban la mirada y siempre le sonreían.
Se masturbaba fantaseando con las fotografías de desconocidas que captaba por la calle.
Pero pronto el dinero del que disponía se agotó y tuvo que recurrir al robo para poder subsistir, robos incluso con agresión.
Fue pillado por la policía y condenado a cinco años de prisión en Sing Sing.
Durante estos cinco años se mostró impasible, imperturbable.
En 1951 Harvey salió de la cárcel, y para entonces su odio era inmenso.
Se mudó a Los Ángeles, donde montó un taller de reparación de televisores.
Continuó con su afición a la fotografía, acumulando fotos, él en la cárcel había descubierto las revistas porno y soñaba con ser fotógrafo de esas modelos, que posaran para él, dóciles, complacientes, ya que a pesar de su fealdad, ellas siempre le sonreirían.
Así fue como el 31 de Julio de 1957 conoció a la que fue su primera víctima, Judith Ann Dull. Esta chica era una modelo en alza, su intención hacerse conocida y ser una importante modelo, y sabía que algunos momentos debería “ceder” a algunas peticiones.
No queda muy claro como, pero llegó a Harvey, y este la engañó, la convenció de que trabajaba para una estupenda revista y que sería su imagen, que sería su salto a la fama.
En principio la sesión sería en un estudio fotográfico, pero Harvey le dijo que tenía una serie de problemas y la preguntó si tendría problemas en realizar la sesión en su pequeño estudio, en su casa.
Judith accedió, no le pareció peligroso, pues era muy amable y considerado con ella.
Harvey le dijo que para que las fotos fueran más comerciales deberían ser provocativas y que si ella no mostraba inconvenientes, había pensado en realizar una sesión simulando que estaba atada de pies y manos.
Así fue como consiguió inmovilizarla, luego le levantó ligeramente su jersey y falda y comenzó la sesión, le pidió entonces que mirara con provocación a la cámara, ella obedecía a todas sus peticiones.
Pero Harvey quiso llegar a mas, su intención era forzar a la joven, y ella se percató del hecho, si bien intentó resistirse, como estaba atada de pies y manos, Harvey consiguió consumar dos veces la violación.
Judith estaba aterrorizada y él se empezó a dar cuenta de la magnitud de lo que acababa de hacer, pues con sus antecedentes penales, si la chica le denunciaba sería su final, pasaría el resto de su vida en la cárcel.
No, no la podía dejar escapar con vida.
Con una pistola, esta vez real, la condujo hacía su coche y tomaron dirección al ardiente desierto, donde se adentraron unos 200 kilómetros, y allí, en ese solitario paraje, la volvió a forzar y le sacó más fotografías, ella entre sollozos le pido clemencia que la dejase seguir con vida, que ella no le denunciaría.
Pero él estaba decidido, la estranguló con una cuerda, y tras su asesinato cayó de rodillas junto al cadáver y llorando le pidió perdón.
Abandonó el cuerpo en aquel desierto y regresó convencido de que sería detenido, pensaba que la policía iba a encontrar el cadáver y le iban a detener, pero no fue así.
Estuvo varios meses muy arrepentido, pero cuando decidió revelar el carrete y vio las fotos de Judith,  empezó a enamorarse de aquella imagen y a saborear el triunfo, amplió las fotos y las colgó por todo su apartamento.
Empezó a pensar en un nuevo asesinato, y llegó el año 1958 cuando decidió inscribirse en un club de solteros, dio un nombre falso y se contactó con una joven de 24 años llamada Shirley Ann Bridgeford.
Quedó en encontrarse con ella el 8 de Marzo de 1958, pero Shirley al conocerle quedó asombrada por el rostro de Harvey y entonces él comenzó su odio hacia ella, la encañonó con su pistola y la condujo al desierto, allí repitió metódicamente todos las acciones que había realizado con Judith, la violó, la fotografió y la estranguló con una cuerda.
Esta vez no hubo arrepentimiento, había encontrado su verdadera vocación, y ya se encontraba en la busca de su nueva víctima.
Buscó en los contactos del periódico y así conoció a Ruth Mercado, una chica de alterne de la cual se enamoró, soñó con cambiar su vida, con empezar una nueva con la ayuda de Ruth. Pero Ruth, al igual que las otras lo rechazó, pues sin dinero no tendría sus atenciones.
Una vez más de visita en el desierto, a pesar de que la amaba, la forzó, fotografió y la asesinó como a las demás.
Ya eran tres los asesinatos, pero por suerte no hubo ninguno más.
Volvió a su primer modus operandi y puso anuncios en el periódico anunciándose como fotógrafo para las nuevas modelos, así fue como conoció a Lorraine Vigil, una joven que estaba muy necesitada de dinero y veía en el posado fotográfico un modo de ganar algo extra.
Harvey recurrió de nuevo a su método, la encañono, la llevaría al desierto donde repetiría el proceso.
Pero Lorraine se reveló y empezaron un forcejeo, durante este forcejeo Harvey disparó y la hirió en una pierna, pero ella continuo atacándole hasta que la policía los encontró, una patrulla de carretera que pasaba en ese instante detuvo a Harvey.
Gracias a su valentía, esta joven consiguió salvar su vida y evitar la muerte de otras mujeres, pues en menos de un año ya llevaba 3 asesinatos y una tentativa más.
Harvey Murray Glatman lo confesó todo y fue juzgado y sentenciado a muerte, el juicio duró solo tres días y Harvey no quiso apelar.
Sabía que era justo el castigo y optó por la muerte.
El 8 de Agosto de 1959 fue ejecutado, no profirió ni un solo lamento ni una sola queja.
Sus últimas palabras fueron: “Es mejor así, tarde o temprano esto tenía que terminar así”
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