Donato Bilancia era un jugador empedernido, andaba de casino en casino, no sólo en Italia sino también en otros del extranjero.
A causa del juego, Donato contrajo muchas deudas, lo cual lo llevó a robar y matar a varias personas conocidas para saldar sus deudas.
También realizó otra serie de crímenes a sueldo de un clan mafioso de “Cosa Nostra”, y por último, una serie de asesinatos aislados, que lo llevaron a manos de la ley.
A causa del juego, Donato contrajo muchas deudas, lo cual lo llevó a robar y matar a varias personas conocidas para saldar sus deudas.
También realizó otra serie de crímenes a sueldo de un clan mafioso de “Cosa Nostra”, y por último, una serie de asesinatos aislados, que lo llevaron a manos de la ley.
Los hechos:
Los crímenes que salieron a la luz se dieron a partir del homicidio de una prostituta en el año 1997, un acto que sembró el pánico en toda Liguria mientras el asesino estuvo suelto.
La mujer apareció muerta en el lavabo de un tren de la zona, arrodillada y con un tiro en la nuca.
Este caso en un comienzo se tomó como aislado, como una consecuencia de riñas entre las bandas rivales del mundo de la prostitución.
Pero más adelante aparecerían otras 2 mujeres, muertas de la misma manera, también en los baños de los ferrocarrilies.
Éstas dos últimas, una enfermera y un ama de casa, ambas de 32 años fueron encontradas en los baños de trenes de la zona, siguiendo las mismas pautas que para la primera, las obligaba a arrodillarse frente al labavo para dispararles un tiro en la nuca… y utilizando la misma arma.
La psicosis que desataron estos hechos hizo que mucha gente, en especial las mujeres, dejaran de usar los ferrocarriles.
Incluso el fiscal de Génova llegó a recomendar a las mujeres que viajaran en los trenes “solo lo mínimo necesario y en lo posible acompañadas”.
La búsqueda:
Una vez confirmada la búsqueda del asesino, un posible agresor de mujeres (pues las similitudes entre el arma, el lugar y las características de las víctimas), se había unido la tesis, aún sin confirmar, de que el homicida habría dejado una carta impícita en la que amenazaba con volver a actuar, lo que hizo aumentar el terror entre las jóvenes italianas.
La policía comenzó a distribuir comunicados que decían: “Es mejor que todos los ciudadanos que han acordado citas o encuentros con personas a las que no conocen presten la máxima atención y, en caso de duda, llamen a la Policía“.
Las pistas:
Tiempo después aparecieron dos guardias asesinados, que al parecer habían descubierto al asesino intentando matar a un transexual, Julio Castor (llamado Lorena mientras hacía su trabajo), que si bien resultó herido, logró huir del criminal.
Una vez en el hospital, Lorena brindó a los agentes toda la información necesaria para hacer el identikit del asesino.
El retrato hablado y las dos primeras letras del coche Mercedes oscuro que utilizaba, que fueron vistos por testigos, cerraron el cerco sobre Bilancia.
Ahora, con pistas más certeras, la búsqueda se desplegó rápidamente hasta que, el 6 de mayo de 1998, Bilancia fue capturado por la policía italiana.
Una vez prisionero, Bilancia se mantuvo callado durante una semana, apelando al derecho de no declarar, hasta que en el juicio finalmente confesó al juez: “Sí, he sido yo. Las he matado aunque no sé por qué, no estoy bien, ayúdenme a curarme“.
El asesino declaró detalladamente como había matado a 18 personas desde 1993 hasta ese momento, e incluso, le informó de otro crimen que la policía había considerado un fallecimiento natural.
Además, la policía tenía en su poder las evidencias que lo comprometían con en el asesinato de una prostituta nigeriana, Evelin Edoghaie, el 29 de marzo de 1998, quien falleció en un pueblo de las cercanías de Génova, luego de recibir dos tiros en la nuca.
La defensa apeló que el acusado era un enfermo mental, incapaz de entender sus acciones, ante lo cual la fiscalía solicitó que se le aplicaran una serie de análisis psicológicos.
Los resultados determinaron que Donato Bilancia, lejos de estar loco, se encontraba muy sano mentalmente, que era consciente de todos sus actos y que actuaba con verdadera determinación y frialdad durante sus crímenes.
La sentencia:
El 14 de febrero de 2001, el Tribunal de Apelación de Génova sentenció a Bilancia a 13 cadenas perpetuas y 26 años de reclusión, tras confesarse él mismo como autor de 18 homicidios.
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