Arthur Shawcross era un ex veterano de la guerra de Vietnam.
Nació el 6 de junio de 1945.
No se sabe mucho de sus orígenes, pues tan sólo las declaraciones que él mismo dio a la policía.
Nació el 6 de junio de 1945.
No se sabe mucho de sus orígenes, pues tan sólo las declaraciones que él mismo dio a la policía.
Un perfil confuso:
Declaró haber sido víctima de abusos sexuales durante su adolescencia, dijo que su madre lo sodomizaba con el palo de la escoba, introduciéndoselo en el ano, aunque las pruebas médicas no pudieron comprobar la veracidad de ésta declaración.
También dijo que sufría de psicosis heredada por las atrocidades que había vivido en la guerra y que esta psicosis era la que le obligaba a cometer sus actos criminales.
Culpó a la sociedad diciendo que fue ésta quien le enseñó a ser un criminal enviándolo a Vietnam, y que aprendió a matar y a mutilar mujeres gracias a la guerra.
Los hechos:
La búsqueda del asesino se dio cuando empezaron a aparecer varias mujeres muertas.
Atacaba a prostitutas principalmente, a las que mataba sin remordimientos, hechos que hicieron reinar el pánico en la ciudad de Rochester y sus alrededores.
Shawcross estrangulaba a sus víctimas y dejaba sus cuerpos a orillas del río Genesse, o escondidas entre los matorrales.
La policía dudó en distintas oportunidades si se trataba de un único asesino o de dos, pues en diversas ocasiones las víctimas no correspondían con el perfil de las demás desafortunadas.
El tema se convirtió rápidamente en protagonista de los titulares de los diarios locales, pues la falta de indicios confundía las investigaciones a la vez que seguía sembrando el terror en la población.
Algunos decían que se trataba de un asesino que buscaba venganza luego de contraer el virus del sida a causa de una prostituta.
Unos creían que se trataba de un policía que patrullaba las zonas de prostitución y cometía sus crímenes impunemente, y otros simplemente pensaban que se trataba de un loco que mataba a mujeres que le recordaban a algún trauma con alguna mujer o su propia madre.
No faltaron los que alegaron que se trataba de un miembro de una secta del tipo protestante y que quería condenar a esas mujeres de la calle por su vida pecaminosa.
La investigación:
Ante la atrocidad de los hechos, incluso las prostitutas comenzaron a colaborar con la policía para tratar de atrapar al asesino, pero ninguna pista llevaba al culpable.
El asunto se complico demasiado para las autoridades locales, quienes decidieron recurrir al FBI.
Ésta organización estableció el perfil psicológico del asesino, y enviaron a un agente especial llamado Gregg McCrary, quien ordenó investigar en profundidad los lugares en dónde se habían hallado los cadáveres y los alrededores del río Genesse, intuyendo que el criminal podría volver allí para seguir con sus crímenes.
El hallazgo:
Finalmente el 3 de enero de 1998, una patrulla que rondaba la zona en helicóptero, divisa a un hombre de unos cuarenta años parado en un puente del lago Salmon, en Rochester.
Bajo ese puente pudieron ver también el cadáver de una mujer.
En seguida enviaron dos agentes motorizados para atrapar al hombre.
Le pidieron al hombre su identificación, y éste les mostró su registro de conducir, que ya había caducado.
El hombre alegó que no había tenido tiempo de renovarlo, pues acababa de salir de una larga condena en prisión.
Al comprobar su identidad, descubrieron que era Arthur Shawcross y tras consultar con los agentes se enteran de que no mentía, que el hombre estaba en libertad provisional tras haber pasado 15 años en la cárcel por el asesinato de dos niños en Watertown, su ciudad natal.
Detuvieron inmediatamente al hombre, pues su pasado y el hecho de estar tan cerca del cuerpo de la mujer muerta no era coincidencia.
En el interrogatorio, Shawcross trató de hacerse pasar por caníbal, de ser un demente y víctima de abusos sexuales muy graves en su infancia.
La actitud del asesino les resultó extraña a las autoridades. Pues se mostraba tranquilo, moderado, silencioso, y no le interesaba saber por qué lo acusaban.
Explicó tranquilamente que su presencia en el puente se debía a que tenía ganas de orinar (aunque nadie le creyó).
Pensaron que lo que Shawcross estaba haciendo en realidad en el puente era revivir la excitación del crimen contemplando su “obra” … y tal vez incluso masturbándose.
Aparecieron nuevas pruebas en su contra: una prostituta declaró haberlo visto acompañado de una de sus amigas de profesión unas horas antes de que la policía encontrara su cadáver.
Encontraron también objetos de la víctima en el interior del automóvil y huellas de los neumáticos en el lugar del crimen.
Shawcross, en el momento que lo arrestaron.
Esto es lo que dijo el asesino cuando contaba acerca de uno de sus crímenes: “…En un valle no lejos de Kontum, yo veo a una mujer y le disparo. No quedó muerta del todo y la até a un árbol. De una de las chozas sale una muchacha y la llevo para atarla con la otra. Son el enemigo, por lo que le corto el cuello a la primera. Como los vietnamitas son supersticiosos, clavo su cabeza en un poste, para que no vengan más. Luego corté la carne de la pierna de aquella mujer por el muslo hasta la rodilla, como un jamón, y lo asé en el fuego. No olía muy bien, pero cuando estuvo bien asada me puse a comerla…”
Estas son algunas respuestas que dio durante los interrogatorios del juicio:
¿Te turba haber matado a Dorothy Keller?
- No, en absoluto.
¿Sientes remordimientos?
- No.
¿Por qué no enterraste el cuerpo de June Scott?
- Me habría gustado encontrar un gran hoyo y meter en él todos los cuerpos, para que estuvieran todas juntas.
¿Cómo hiciste para matarlas tan fácilmente?
-La mayor parte de las veces ni yo sabía que iba a matarlas. Además, me conocían y no esperaban eso de mí. Las atacaba rápidamente y las dejaba paralizadas.
¿Tuviste contacto con la policía durante las investigaciones?
- Siempre iba a comer a un sitio dónde iban a menudo policías. Hablaba con ellos para saber cómo avanzaba la investigación.
¿Te dabas cuenta de lo que hacías en el momento en que matabas a las chicas?
- Si, pero me daba igual. La rutina…
Mataste a mucha gente, Arthur, ¿nunca tuviste miedo de que te descubrieran?
- Nunca pensé verdaderamente en eso.
¿Crees que lo que has hecho es terrible?
- Sí.
¿Qué debería hacer la policía con alguien como tú?
- Meterme en la cárcel toda la vida. Si me sueltan volveré a hacerlo.
Su condena anterior por el crímen de los niños había sido de 25 años originalmente, y se le había prometido a los padres de los mismos que el criminal no saldría antes de tiempo… pero logró salir 10 años antes por buena conducta.
Esta vez, la comisión encargada de dictaminar la libertad condicional no volvería a cometer el mismo error.
El juicio:
A pesar de que el abogado defensor pretendía hacer creer que el acusado sufría desórdenes psiquiátricos y complejos ataques de naturaleza epiléptica, los cuales eran responsables de sus crisis de locura asesina, y que el mismo Shawcross juró que estaba poseído por Ariemes, (un demonio caníbal del siglo dieciocho sediento de sangre) que se había encarnado en él, al finalizar el juicio, Arthur Shawcross fue condenado a 250 años, culpable de homicidio en segundo grado por el asesinato de diez mujeres.
El fiscal que presentó las pruebas, expuso sus reflexiones sobre el caso con la siguiente declaración:
“…El asunto de Shawcross, que mató a mujeres con toda impunidad durante 21 meses, afectó a toda la comunidad. Los habitantes de Rochester se convirtieron de modo indirecto en víctimas de estos crímenes, porque no se atrevían a salir al saber que un asesino en serie actuaba en la zona. Hubo restaurantes, salas de espectáculos y bares que tuvieron que cerrar por falta de clientes. Se anularon congresos y reuniones, y eso sin olvidar el costo fenomenal de la investigación y proceso de Shawcross, que se calcula en más de millón y medio de dólares.
No estaba legalmente loco, pero tampoco era normal. ¿Qué le motivaba? Adoraba matar. Se alimentaba con violencia. Este caso puso de relieve ciertos defectos del aparato judicial. Nunca debió permitirse que saliera de la cárcel…”.
Una condena bien merecida para un críminal de sangre fría.
Ni la locura que fingió ni el hecho de poder ser víctima del factor post guerra pudieron justificar las atrocidades cometidas por este hombre.
Ni la locura que fingió ni el hecho de poder ser víctima del factor post guerra pudieron justificar las atrocidades cometidas por este hombre.
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