Un hombre sin escrúpulos, estafador por naturaleza.
Un oportunista y abusador de viudas desesperadas, que sumó una lista de 10 mujeres, a las cuales prometió su amor eterno, para estafarlas y luego matarlas.
Henri Désiré Landrú nacido en París, en el año 1869, fue hijo de un trabajador de la industria y de una costurera, una familia mas bien modesta.
Durante su infancia se dedicó a estudiar al mismo tiempo que cumplía con los deberes indicados por la religión.
A los 20 años tuvo que contraer matrimonio con una prima que esperaba un hijo suyo.
Al poco tiempo de casarse, tuvo que partir a la guerra para cumplir con sus obligaciones militares.
El comienzo de una carrera criminal:
Entre los años 1902 y 1914, cometió algunos delitos menores, por los que tuvo que cumplir tres penas sucesivas en la cárcel, lo que causó que su padre, avergonzado por el comportamiento de su hijo, se suicidara.
Landrú poseía cierta inclinación por la estafa, y la Guerra de 1914/1918 le dió la oportunidad de especializarse en este talento.
Las bajas producidas en la guerra hacían que día a día los periódicos se llenaran de avisos matrimoniales, publicados por las viudas que perdían a sus maridos en el frente de batalla.
Esto le hizo darse cuenta que, jóven y atractivo como era, podría sacar buen provecho de esta situación.
Los amoríos y las estafas:
Landrú entonces, publicó un aviso en los diarios que decía: “Señor serio desea casarse con viuda o mujer incomprendida de entre 35 y 45 años”.
Como no podía ser de otra forma, recibió gran cantidad de cartas las cuales estudió y clasificó con esmero, pues las que tenían la anotación S.F. (lo cual significaba que se trataba de una mujer sin fortuna), eran descartadas de inmediato, mientras que a las demás les enviaba una contestación para saber más detalles acerca de cada mujer, en especial para asegurarse de que tuvieran dinero.
La primera afortunada fue la viuda Jeanne Cuchet, una mujer de 39 años que vivía con su hijo adolescente, y que podía decirse que contaba con una cantidad considerable de ahorros.
La sra. Cuchet poseía una urgente necesidad de afecto, por lo que a Landrú no le tomó mucho tiempo conquistarla, pues su cortesía y su aspecto de “caballero” enamoraban instantáneamente a las mujeres.
Bajo la identidad de Diard, inspector de correos, no sólo le prometió matrimonio sino que también se ofreció a conseguirle al joven hijo de la viuda un empleo estable y con futuro en la administración.
La viuda no dudó en aceptar y se fue inmediatamente a vivir con “Diard” al apartamento que Landrú previamente había rentado en Vernouillet.
Madre e hijo desaparecieron sin dejar rastro.
Orgulloso de su primer éxito, Landrú no tardó en repetir la hazaña y ahora se animó a llevar varias conquistas simultáneas.
Entre 1915 y 1919 realizó 9 conquistas, una tras otra.
Las víctimas eran todas viudas, cuyas edades oscilaban entre los 45 y 50 años.
Las mujeres, creyendo en lo que les decía su “futuro esposo”, le confiaban sus negocios, joyas y fortunas tras pasar la “luna de miel” en la campiña.
Cuando Landrú consideró que su apartamento en Vernouillet ya no era del todo seguro, se mudó a un pabellón llamado “La Ermita”, ubicado en Gambais.
Éste nuevo lugar contaba con toda la seguridad para esconder a sus “amores”.
Désiré vivía sus amoríos en París y cada tanto pasaba los domingos en Gambais.
Su vida podía considerarse “casi normal”.
Visitaba a sus hijos adoptivos con frecuencia, actuando con ellos como “padre atento” y a sus esposas les regalaba joyas, de las cuales nunca explicó su procedencia.
No todo dura por siempre:
Con el tiempo, los familiares de las desaparecidas comenzaron a mostrar preocupación.
El juego de Landrú estaba llegando a su fin.
Los primeros en alarmarse fueron los parientes de la señora Collomb, (5º novia de Landrú), quienes mandaron una carta al alcalde de Gambais para pedir noticias de la joven y de un tal señor Dupont con quien había sido vista por última vez.
Poco después fue la familia Buisson la que buscaba a la que fue la 7º novia de Landrú, y a quien acompañaba un tal Frémyet en Gambais.
El alcalde no conocía el nombre de Frémyet, pues fue Dupont (Landrú) quien había rentado “La Ermita”.
La investigación:
Se abrió entonces una investigación de inmediato, cuyo objetivo era el de localizar a un hombre calvo, con barba negra y de estatura mediana.
Con esta vaga descripción era prácticamente imposible dar con el hombre indicado. Pero fue el azar quien permitió que la hermana de la señora Buisson se cruzara con Landrú el mismo día en que se presentó ante la policía para hacer la denuncia.
Lo vio en una tienda de la Rue de Rivoli, comprando porcelanas, acompañado de su nueva víctima: Fernande Segret.
La policía interrogó al comerciante y encontró que Désiré, había dejado su tarjeta “Lucien Guillet, 76, Rue Rochechouart”.
Landrú detenido:
Así fue entonces como el 13 de abril de 1919, “Le Petit Journal” publicó un artículo con la detención de Landrú, en el que informaba a sus lectores, que éste estaba inculpado de robos con agravantes y de estafas y que durante varios años se ocultó con nombres falsos.
Además, el diario sentenció: “pero cargos más graves pesarán sobre él”.
Los guardias fueron inmediatamente a Gambais.
Allí descubrieron la cocina y el cobertizo donde Désiré amontonaba la ropa y los muebles de sus víctimas.
Encontraron también, osamentas humanas calcinadas.
Pero éstas no fueron las únicas pruebas, pues hallaron también sus ficheros y la libreta en la que anotaba meticulosamente los precios de los boletos de ferrocarril de París a Gambais.
El juicio:
El proceso de Landrú, duró dos años.
El público cambió las preocupaciones de la reciente guerra por el juicio del hombrecillo calvo, barbudo y con perfil de pájaro que negaba con calma, bromeaba con cinismo y daba en todo momento muestras de la más delicada cortesía.
En su celda estudiaba sus expedientes, recibía obsequios y propuestas de matrimonio por parte de sus admiradoras.
En las elecciones de 1919, cuatro mil franceses propusieron a Landrú como candidato.
Landrú durante el juicio.
No encontraron ningún cadáver, ni de las tantas novias ni el del hijo de la señora Cuchet.
Las huesos humanos reducidos a cenizas que encontraron en la cocina, pesaban solamente 996 gramos.
Había grandes conjeturas, pero ningún testimonio.
El abogado de Désiré, llamado Moro-Giafferi, a pesar de haber demostrado un gran talento, no logró salvar a su cliente.
Sin embargo, las últimas palabras que Landrú le dirigió a su defensor fueron: “Le he confiado una causa bien difícil… digamos desesperada… En fin, no es la primera vez que condenan a un inocente”.
Ante la incredulidad del señor Moro-Giafferi, agregó: “Sí, maestro, digo bien: inocente”.
La sentencia:
Tras 3 semanas de proceso, Landrú fue condenado a muerte el 22 de febrero de 1922. La cabeza del “Señor de Gambais” rodó a las puertas de la cárcel de Versalles.
¡Un verdadero hallazgo para los que somos aficionados al tema policial!
ResponderEliminarLo encontré buscando la biografía de Henri Desire Landrú.
Tengo para leer mucho material.
Gracias