David Berkowitz (El hijo de Sam), su personalidad



Perfil Criminal: por Maria Laura Quiñones Urquiza, Criminóloga y Perfiladora criminal
Perfil Grafológico: por Virginia Spinelli Fernández, Calígrafa Pública y Grafóloga


El caso:

“Soy el hijo de Sam” se ha convertido en la frase que lo inmortalizó. David Berkowitz aterrorizó a la ciudad de Nueva York por más de un año, cometiendo múltiples asesinatos a sangre fría.

Confesó todos sus crímenes, pero trató de alegar que padecía “locura” afirmando que escuchaba la voz de un demonio de 6,000 años reencarnado en “Sam”, el perro de su vecino, que le impartía órdenes de matar.

Berkowitz fue juzgado culpable y condenado a cadena perpetua, con una pena de 365 años en una cárcel de máxima seguridad.

Una vez en la cárcel, reconoció haber formado parte de un culto satánico relacionado con Charles Manson.

“…Me fascinaban los temas relacionados con la brujería y el ocultismo. En 1975 conocí a unos tipos que parecían simpáticos. Eran satanistas. Ingenuamente me uní al grupo, y empecé asistiendo a los rituales. Al principio no era más que un simple participante, pero muy pronto me convertí en un verdadero adorador del Diablo. Mi cuerpo y mente le pertenecían, yo me estaba convirtiendo en una máquina de matar…”.

Notas y cartas:

Los periódicos salían a menudo con artículos y noticias dedicadas a él. La popularidad se le subió a la cabeza y terminó convirtiéndose en su propio personaje, dejando pistas para la policía: una nota donde se atribuye ser "hijo de Sam", el hombre que le "ordena" que asesina. Dejó la carta en la escena del crimen e iba dirigida al comandante Borelli, capitán de la policía.

La carta terminó en manos de psicólogos que dedujeron por su grafía y escrito que se estaban enfrentando a un peligroso piscópata esquizofrénico que se creía poseído por un demonio. Lo definieron como un tipo solitario y con problemas para relacionarse con las personas, especialmente con las mujeres. Y toda esta información acabó publicándose. David Berkowitz también pudo leer lo que los forenses psicólogos decían sobre él.

No contento con ello, envió una carta al periódico del New York Daily News que se encargaba de su caso, y en ella le agradece su atención y le promete que tendrá más de qué hablar. Y al tiempo que se publicaba su carta y todo lo relacionado con él en los diarios, Berkowitz seguía leyendo y escuchando hablar a la gente que estaba a su alrededor del asesino en serie que no conseguían cazar. Sabía que no habían publicado la carta completa aunque no sabía que habían conseguido parte de una huella, sin embargo ésta no dio los frutos esperados.

Se convirtió al cristianismo con una intensa devoción, al punto de convertirse esporádicamente en capellán de la prisión. "Lamento no haber conocido a Jesús antes de los crímenes que cometí", dice ahora. En marzo de 2002 escribió una carta al gobernador de Nueva York, George Pataki, para comunicarle que ya no aspira a obtener la libertad bajo palabra, porque a su juicio no la merece.

Ese mismo año, cuando un francotirador aterrorizaba Washington, una periodista de Fox News, Rita Cosby, le escribió a Berkowitz solicitándole que describiera el perfil del supuesto atacante, en una curiosa imitación en la vida real de la película "El silencio de los inocentes". Berkowitz contestó que percibía que el francotirador odiaba a las autoridades de los Estados Unidos y dormía seguramente en su automóvil. Y acertó.

Con el tiempo Berkowtiz tuvo que admitir, bajo su nueva fe de "hombre bueno", que ni siquiera lo de que escuchaba la voz de los perros o aquella historia de los demonios era cierta, que lo había inventado todo. Asesinaba a las mujeres por venganza, y se excitaba sexualmente cuando las disparaba. A veces, incluso, tras disparar su revólver se metía en el coche y se masturbaba. Confesó, de hecho, que cuando no mataba, volvía al lugar del crimen para revivir la experiencia y excitarse nuevamente.

Perfil Criminal:

La celebridad como satisfacción emocional

David Berkowitz padecía esquizofrenia, de ser el hijo de Sam cuando salía a cazar, en la cárcel cambió de padre, ahora es el hijo de Dios y predica su palabra. No es casualidad que sea el hijo de “alguien”, un niño criado con el inconmensurable amor de una madre adoptiva, que al morir, disparó en él la hebefrenia para enfrentar su segundo abandono. Incipiente entonces, nadie notó que el chico tenía actitudes raras, mas bien a nadie le importó que haya sido víctima de Bullying por ser "el hijo de nadie", por ser adoptado. Pasó de David Berkowitz a Richard David Falco cuando conoció a su madre biológica, una mujer vulgar y materialista. Tampoco es casualidad que en su delirio haya decretado ser el Hijo del perro de su vecino, cuyos ladridos eran la señal que éste, su padre, le enviaba para salir a matar. No es raro que haya sido de aquellos asesinos en serie que envían manifiestos a la policía para demostrar el poder que tienen no solo sobre sus víctimas. Por suerte sus manifiestos eran manuscritos, eran más personales, más auténticos, a diferencia de otros asesinos en serie que utilizaban collages o máquina de escribir como por ejemplo Gary Ridgeway “El Asesino del Río Verde” en sus cartas a John Douglas, agente especial de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI. Cuando El “hijo de alguien” fue atrapado y antes de presentarse en sociedad, preguntó: ¿estoy peinado?, ¿tenés un peine?… quiero verme bien en la fotos de la prensa?
Perfil Grafológico:

Análisis de su escritura y firma

La escritura se demuestra de tamaño pequeño, con presencia alternada de rasgos de lentitud con algunos lanzados.

Se caracteriza por la presencia de la curva por sobre el ángulo.

Su línea de base escritural es horizontalizada, con ondulaciones frecuentes.

Los lineamientos se presentan espaciados entre sí. Asimismo, se evidencian espacios en blancos entre las estampaciones de los vocablos.

Los caracteres se corresponden a un individuo con las características de dispersión, pensamiento fluctuante que lo lleva a la fantasía y a vivir un mundo irreal.

Revelan ansias de protección, de afecto y de amparo.

Se descubre la tendencia a la soledad, al encierro por un complejo de inferioridad.

La persona busca salir de su angustia por medio del entorno exterior, para resolver su resentimiento y conflicto interno.

Se contiene, acumula tensiones y descarga en forma violenta sin pensar, explota su carácter.

Sus manuscritos demuestran que obedece a las reglas obtenidas en la infancia, que lleva adelante como “un niño bueno”; sin embargo su relación con las personas es lejana y enfermiza, evidenciando un problema interno.

Atendiendo los principios de la Grafopatología su diagnóstico es paranoico esquizofrénico.


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Sobre la autora:
Virginia Spinelli Fernández es Calígrafa Pública y Grafóloga, directora de VSF Consultora (dedicada al ámbito pericial, corporativo y particular) y de elGRAFOSCOPIO (la revista del Calígrafo y Grafólogo). Comunícate: vsfconsultora@msn.com o a través de la web: www.vsfconsultora.com.ar

Ref. Imagen: archivo internet
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