Jose Maria Jarabo: Caso Jarabo

Éste es un caso que conmovió a la opinión pública de la España de mediados de siglo. Para muchos fue el suceso sangriento más espectacular de los últimos años, de mayor repercusión incluso que el del Expreso de Andalucía; no sólo por el número de víctimas (cuatro), sino porque el asesino, haciendo gala de una extraordinaria sangre fría, continuó una vida disipada y alegre después de los hechos, como si nada hubiese ocurrido.

El escenario se sitúa en Madrid. El 21 de Julio de 1958 aparecía, en el suelo de una casa de empeños situada en la calle Alcalde Sainz, el cadáver del prestamista Félix Robledo, de 43 años de edad. El cuerpo de la víctima presentaba indicios de lucha y un orificio de bala en la nuca. Poco más tarde fueron descubiertos, en su domicilio de la calle Lope de Rueda, los cadáveres de Emilio Fernández (socio de Félix), de su esposa Desamparados, que estaba embarazada, y de la asistenta Paulina Ramos. A excepción de ésta última, que fue asesinada de una puñalada en el pecho, los otros dos cadáveres presentaban orificios de bala en la nuca idénticos al del primero. No había duda que los crímenes, aunque ocurridos en distintos lugares y separados por un cierto margen de tiempo, guardaban relación entre sí.

 Cuchillo que usó para asesinar a la sirvienta Paulina Ramos Serrano cedida por Marco Besas

En el transcurso de la investigación policial se tuvo conocimiento de una tintorería a la que un individuo había llevado a limpiar un traje con manchas de sangre. Al analizarlas en el laboratorio se comprobó que era sangre humana, y que ésta coincidía con la de alguna de las víctimas.

Montado el dispositivo policial se esperó a la llegada del propietario del traje, principal y único sospechoso de los crímenes, al que se detuvo. Se trataba de José María Jarabo, de 38 años de edad, quien una vez en las dependencias policiales confesó haber sido el autor material de los asesinatos, los que según él se vio obligado a cometer para salvar el buen nombre de una mujer de la que estaba enamorado. Esta versión quedaría en entredicho, ya que luego saldría a la luz el verdadero móvil de los hechos.

Jarabo llevaba una vida dispendiosa, gastando dinero sin privaciones y entregado a las drogas, al alcohol y a las mujeres entre las que, por cierto, tenía fama de buen amante y a quienes no dudaba en ofrecer espectaculares invitaciones. Según sus propias manifestaciones llegó a gastar desde el año 1950 hasta la fecha unos 15 millones de la época. El dinero lo obtenía de la hipoteca de un hotel familiar y de los giros que le mandaba su madre desde Puerto Rico.
El gasto y su necesidad de dinero eran de tal magnitud que incluso llegó a empeñar un valioso anillo familiar por la cantidad de 4000 Ptas., operación que realizó en el establecimiento de Emilio Fernández y de su socio Félix López. Al cabo de un tiempo recibió la noticia de la inminente llegada de sus familiares desde Puerto Rico. El motivo de tan inesperada visita no era otro que el de aclarar el alarmante despilfarro de la fortuna familiar y reclamar la joya de un gran valor sentimental.

Justificar el gasto podía ser fácil, pero no así la pérdida de la sortija. Jarabo intentó recuperarla en numerosas ocasiones pero las exigencias de los prestamistas, conocedores de su auténtico valor, imposibilitaban la operación.
Fotografía de reseña policial de Jose María Jarabo.

Cuerpo de Emilio Fernández, en la posición en que fue encontrado por la Policía.

Cuerpo de Félix López, hallado en la trastienda del establecimiento.

Amparo Alonso Bravo, muerta sobre su propia cama.

Ese sábado Jarabo se personó en el domicilio de Emilio Fernández exigiendo el rescate del anillo. La puerta fue abierta por la sirvienta, quien le informa que los señores no están en la casa. Haciendo alarde de buenos modales consigue engatusar a la joven, que le permite esperar en el interior de la vivienda. Cuando están en la cocina, y en un momento de descuido, Jarabo golpea a la mujer y le clava en el pecho un cuchillo que le causa la muerte inmediata. Está desesperado y dispuesto a todo.

Espera hasta la llegada del prestamista y su esposa para, tras intimidarles con una pistola, exigir la devolución de la joya; pero ésta no se encuentra en el domicilio sino en la tienda. Fríamente y sin titubear dispara contra el matrimonio.

Al día siguiente accede al local con un juego de llaves sustraído en casa de Emilio. En el interior aguarda la aparición de Félix al que sorprende por la espalda y, amenazándole con el arma, obliga a abrir la caja fuerte. Jarabo respira satisfecho, y con la misma frialdad que en los casos anteriores termina con la vida del usurero de un tiro en la nuca.
Pero algo imprevisto sucede cuando, tras registrar concienzudamente el interior de la caja, tampoco encuentra el anillo. Desesperado, y como último recurso, decide llevarse varias alhajas para justificar ante su familia un acertado y fructuoso negocio en el trueque de la joya por otras de mucho más valor.

La altanería y frialdad que Jarabo mostró en todo momento le hicieron acreedor de un desprecio total por parte de la opinión pública, que desde el principio del proceso clamaba el máximo castigo. Durante la vista intervinieron cinco magistrados, veinte letrados y más de cien testigos. Su actitud despectiva hacia los presentes y su desdén por quienes consideraba "vulgares" e "inferiores",
lograron que nadie emitiera una sola palabra de compasión hacia el asesino; es más, el acusado no mostró durante el proceso el menor indicio de arrepentimiento.

La condena también se dictó sin contemplaciones y Jarabo fue sentenciado a cuatro penas de muerte (una por cada crimen). Dos de ellas lo fueron por asesinato con alevosía (en el caso de las mujeres) y las otras dos (los hombres), por robo con homicidio.

Una madrugada de la primavera de 1959, José María Manuel Pablo la Cruz Jarabo Pérez Morris se sentó en el banquillo del garrote vil hasta que el verdugo giró la manivela y su cabeza se inclinó definitivamente hacia un lado. Esta vez, a diferencia de otras ejecuciones, nadie sintió piedad por el ajusticiado.

Nota interesante es que nadie sabe el actual paradero del Arma, la famosa pistola "F.N." que usó en
sus asesinatos. Pero Marco Besas esta tras su rastro y nos mantendra informados si la localiza.



Las Siguientes Fotos estan cedidas por Marco Besas 


Actualización añadido informacion del Caso (02/11/2010):
Por fin podemos publicar en este Blog y Gracias nuevamente a Marco Besas y sus contactos, las fotos de las Armas (la FN y la Walther) que efectivamente se encontraban en el Museo de Policía en Ávila y las cuales tenemos el privilegio de ver fotograficamente. Autentificadas por su Numero de Serie.



Agradecimientos Especiales  
Museo de Policía (Centro de Formación de Policía en Ávila) gracias al Inspector Jefe Santos Lázaro Martín, conservador de dicho museo, que ha hecho posible la localizacion e instantaneas de las Armas.

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2 comentarios:

  1. Buenas queria saber saber si amparo alonso bravo tenia hermanos y tios y sus nombres creemos que es familiar de alguien cercano.

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